Capítulo 6

136 47 157
                                    

—¿Bromeas? ¿Cómo que no vas a venir? ¡Me lo prometiste!

—Lo sé, y créeme que realmente lo siento, Gael. Pero... Abby iba a llevarme, y no se siente bien, e ir y volver en autobús me tomaría gran parte del día.

«Abby ni siquiera tiene auto, mentirosa».

—Está bien, como sea.

—No te enojes, por favor.

—No estoy enojado. Es solo que quería verte, y hablar contigo. Te extraño, Alex.

—Yo también te extraño. Me haces mucha falta. Todos lo hacen. —Sorbí por la nariz, reteniendo con mucho esfuerzo las lágrimas de frustración y tristeza que se habían aglomerado en mis ojos.

—¿Estás bien?

Solté el «sí» menos convincente de la historia y pude escuchar la exhalación de frustración de mi amigo.

—¿Puedes al menos decirme dónde estás?

—Estoy bien, Gael. Y eso es todo lo que debe importar.

—Tu concepto de «estar bien» se ha distorsionado un poco en el último tiempo.

Suspiré, agotada, mientras me sentaba en el sofá, subiendo mis piernas y abrazándolas contra mi pecho con mi brazo libre.

—No hagas esto, por favor.

—Está bien. Como tu digas.

—¿Me odias?

—Por supuesto que no, Alex. No podría ni aunque quisiera.

El corazón se me encogió en el pecho. Hacía más de tres meses que no lo veía, y mucho más tiempo desde que tuvimos una conversación medianamente decente. Realmente lo extrañaba. Y lo necesitaba.

—Te prometo que nos veremos pronto. Iré a Phoenix en cuanto pueda.

—Si. Supongo que te veré entonces. —No sonó para nada convencido.

—Saluda a los chicos de mi parte, por favor. Te quiero.

—También te quiero. Cuídate.

Terminé la llamada justo cuando Travis salió de su habitación, bañado y cambiado.

—¿Vas a salir? —cuestioné, con el ceño fruncido.

—Sí, escribí algo y se lo quiero mostrar a Maia, a ver si podemos ponerle melodía.

—Creí que te sentía muy mal. —Quizás lo ataqué con esa afirmación.

—Te dije que solo era un dolor de cabeza.

—Literalmente dijiste que se te partía la cabeza, y que te sentías sumamente agotado.

—La ducha ayudó.

«Estoy segura de que no fue solo la ducha».

—O sea que ya te sientes bien como para salir a ver a tus amigos pero no lo suficientemente bien como para llevarme a Phoenix.

—Yo no te pedí que te quedaras. —Se acercó a la barra de la cocina para tomar su billetera y sus llaves—. Te dije que tomaras el auto, que no había problema. De hecho, la oferta sigue en pie, puedo pedirle a Maia que pase por mí.

Me llevé las manos al rostro y lo restregué con frustración.

—Sabes perfectamente que no tengo licencia, no me jodas. Además, me dijiste que te sentías mal, Travis. No iba a irme y dejarte solo incluso si conseguía cómo ir.

—Porque eres una exagerada. Ya te he dicho que solo era un dolor de cabeza.

Se acercó a mí y me tomó por la barbilla, alzando mi rostro hacia él, pero enseguida moví mi cabeza bruscamente, apartándome.

Oasis [Bilogía "Abismo", libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora