7| Recuerdos robados

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Ambos semidioses se dirigieron en silencio hasta la cabaña de Poseidón, Annabeth fue la última en entrar, al cerrar la puerta se quedó recostada en ella por unos segundos, su mirada estaba fija en sus zapatos.

—¿Realmente no recuerdas nada de lo que sucedió ayer? —preguntó la rubia con voz quebradiza. Algo dentro de Percy se rompió al escucharla hablar así, estaba claro que algo había pasado entre ellos y que a ella le dolía que no recordara.

—Recuerdo terminar con mi misión y regresar aquí, luego de ello tengo una imagen de Grover recibiendome y lo siguiente que hay es despertarme esta mañana en mi cama —el semidiós se abstuvo de decir que estaba desnudo, no era algo que Annabeth necesitara saber. 

Un suave sollozo se escapó de los labios de Annabeth, levantó su mirada para encontrarse con los ojos verdes de Percy preocupados. Al ver que ella estaba a punto de llorar el semidiós corrió a su novia para abrazarla, se empezaba a sentir culpable por no poder recordar lo que sea que haya sucedido el día anterior; ambos se dirigieron hasta la cama, reposaron en ella hasta que la rubia se calmó un poco.

—Ayer… Ayer nosotros tuvimos nuestra primera vez Percy —susurró la semidiosa aun entre los brazos de su novio, aquella confesión hizo que todos los músculos de Percy se tensaran, es claro que ella no mentiría en algo así y eso explicaría el por qué de su reacción.

—¿Qué? —dijo él, no entendía cómo era posible olvidar la que seguramente habría sido la mejor noche de su vida.

—Ayer cuando llegaste, me besaste como nunca me habías besado y me tocaste de una forma que nunca habías hecho —dijo ella, aunque Percy se empezaba a sentir un poco avergonzado—, y después estando en la cafetería me diste otro beso que provocó que nos castigaran… —la semidiosa se sonrojo un poco al recordar lo que sucedió después de eso.

—¿Realmente hice eso? —dijo Percy un poco preocupado de que su novia pensara que es una mano larga necesitado.

—Si, y luego me invitaste al lago Percy, volviste a besarme de esa manera, y nos tocamos —el semidiós se quedó sorprendido por lo que estaba escuchando, siempre pensó que terminaría con un moretón si intentaba algo así, pero Annabeth estaba muy receptiva a sus caricias. —Pero fuimos interrumpidos por unas Náyades, así que decidí que lo mejor sería ir a cumplir con nuestro castigo.

Ahora la semidiosa estaba cohibida por lo que iba a decir, pero pensaba que si fuera al revés, querría saber todo lo sucedido.

—Al acabar era obvia la forma en la que nos mirabamos Percy, y pues nadie estaba cerca y…

—¿Nuestra primera vez fue en un establo? —preguntó él sorprendido por tal atrevimiento. 

—No, estuvimos a punto pero… Nico y Frank nos interrumpieron, y creo que por eso todos los rumores de que nuestra primera vez fue ahí, aunque estoy segura de que ellos no fueron quienes regaron el chisme —dijo Annabeth saliéndose un poco de la conversación—, y luego de eso vinimos a tu cabaña.

Ambos se quedaron en silencio, viéndose directamente a los ojos, algunas lágrimas se acomulaban en los de Annabeth y los de Percy expresaban confusión, algo de rabia y una necesidad de consolar a su novia.

—¿De verdad no recuerdas nada? —dijo ella con una pequeña esperanza de que algo de eso regresara a su memoria—. Ni los besos, ni las caricias, ni la forma en que me mirabas, ¿nada?

Percy soltó a la semidiosa y entrelazó los dedos de sus manos con frustración, su mente estaba hecha un caos, no entendía cómo pudo pasar todo eso y que ni un simple beso saliera en sus recuerdos, quería entrar a su cerebro y ver que estaba mal para poder recordar el día que paso con Annabeth. Pronto comenzó a sentirse desesperado.

—Por todos los Dioses, creeme que haría lo que fuera para recordar eso, no entiendo cómo pude olvidarlo, lo último en mi memoria es Hedone diciéndome algunas cosas no muy lindas.

—¿Qué hacías con Hedone? —preguntó Annabeth un tanto desconcertada.

—Con ella era mi misión, ella tenía el cepillo de Afrodita.

—Estas diciendo que fuiste a una misión con la Diosa del placer sexual —dijo como afirmación, pero Percy le sonó más como pregunta, la cual no atino a responder—. No importa, ¿qué fue lo que te dijo?

—Lo mismo que dicen todos, que me voy a arrepentir  y bla, bla, bla…

—Percy Jackson, ¿te has dado cuenta de que la Diosa te pudo haber maldecido para que olvidaras todo lo que sucedió como un castigo? —preguntó Annabeth, aunque por su mente pasó también que el deseo que Percy sentía por ella no fuera más que una ilusión hecha por Hedone y que por esa razón él no recordaba nada.

La expresión del semidiós cambio inmediatamente pues el hecho de que su castigo fuera olvidar su primera vez con Annabeth hacía que la sangre le hirviera, eso era demasiado hasta para los mismos Dioses, que alguien se metiera con su novia era algo que no iba a soportar y mucho menos tolerar.

—Debo ir a buscarla, le reclamaré mis recuerdos, simplemente no puedo no tener en mi memoria nuestro primer momento —dijo el semidios con determinación.

—Iré contigo, no dejaré que arruines más la situación sesos de alga —Annabeth le dio una pequeña sonrisa—, tal vez pueda hablar con Hedone o crear algún plan para recuperar tus recuerdos —comentó la semidiosa, pero tambien tenia otras intenciones, quería saber si el deseo que sentía por ella era real, o Hedone lo obligó a sentirse así.

La venganza de HédoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora