11 | Héroe de vestido bonito

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Sin esperanzas regresó a su cabaña luego de unas semanas de no saber nada sobre Annabeth, había hecho todo lo que se le había ocurrido para dar con ella pero no funcionó, se arrojó en su cama y perdió toda la fuerza para levantarse de ella.  Había olvidado comer durante algunos días y no había podido conciliar el sueño desde entonces por lo que su aspecto se veía de la misma forma en la que se sentía.

— Percy — dijo Grover entrando en su habitación, su mejor amigo se sentía muy mal por no haber sido de mucha ayuda para encontrar a la hija de Atenea.

—No quiero hablar con nadie Grover, déjame solo— respondió el azabache con la cabeza enterrada en su almohada.

— Sé que estás muy triste pero no es sano que te quedes aquí encerrado todo el tiempo, ¿Qué te parece si vamos a entrenar?, escuché decir por ahí que hay unos hijos de Ares que quieran retarte a una lucha con espadas, creo que este es el momento preciso para demostrar quien es el héroe del Olimpo.

— No soy de humor para compartir con nadie, por favor salte de cabaña ahora mismo— contestó ese momento sin poder contener la frustración que sentía en su comentario.

Grover atendió a su solicitud, salió de su cabaña en dirección a la casa grande, confiaba en que Quirón tendría algún plan o una idea para qué su mejor amigo saliera del estado de letargia en que se encontraba ahora, al llegar ahí se encontró con la grata sorpresa de que ya tenía un plan en marcha del centauro, pues al momento de llegar observó como Sally; la madre de Percy salía de la casa grande.

— No sabe cuánto me alegra volver a verla señora Jackson— comentó el sátiro llegando hasta ellos.

— Lo mismo digo Grover, aunque no sea en las mejores circunstancias— respondió Sally.

— Si, Percy se ha sentido muy mal desde que Annabeth se fue, sé que tuvieron una discusión o algo parecido y por eso ella se fue, seguramente terminaron y por eso Percy la busca con tanta agonía, lo que me parece realmente extraño porque antes de que se fueran irradiaban felicidad.

—¿Sabes cuál fue el motivo de esa discusión?— preguntó la señora Jackson.

— No, Percy no ha comentado absolutamente nada al respecto, yo le pregunté en una ocasión pero se limitó a decir que se había equivocado y que quería arreglarlo todo, además de eso no tengo idea de por qué Annabeth tomó una medida tan drástica como desaparecer.
— Bueno, sea lo que sea hay una mejor manera de afrontarlo de cómo Percy lo está haciendo justo ahora, así que si me disculpan iré a hablar con mi hijo tal vez pueda traer un poco de luz sobre toda esta situación.

Sin más que decir Sally Jackson partió hasta la cabaña de Poseidón, la puerta estaba medio abierta,  al observó todo el desastre que me rodeaba, sabía que su hijo no era una persona ordenada pero jamás había llegado al extremo de vivir así, había ropa tirada por todos lados,  algunas latas, un poco de comida,  y algunas cosas bastante destruidas.

—Percy— pronunció suavemente, lentamente una cabeza se asomó por debajo de un montón de sábanas,  ahí se encontraba su hijo, su cabello estaba más despeinado de lo usual, había lagañas en sus ojos,  y en general parecía demacrado. Los ojos del semidiós se llenaron de lágrimas al ver a su madre frente a él, se levantó lo suficiente para poder abrazarla y llorar entre sus brazos. — ¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó Sally  con una notable preocupación por el aspecto de su hijo.

— Lo arruiné todo mamá, lo arruine—  respondió mientras lloraba desolado— Annabeth desapareció y por más que ha tratado de encontrarla no he podido hallarla,  arruiné todo.

—Calma Percy, seguro habrá una forma de resolverlo todo, primero cuéntame qué fue lo que sucedió.

—No sé cómo sucedieron las cosas,  fui una misión de Afrodita, quería que recuperara su cepillo,  y fui a buscarlo pero me encontré con Hedone y…  juro que yo no quería hacerlo, realmente no entiendo qué fue lo que sucedió. —Explicó el semidios

La venganza de HédoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora