Prólogo

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¡Holaaa! Soy wiki, bienvenida a mi rincón creativo. Aunque a veces la imaginación se me escapa, me esfuerzo por crear historias que te atrapen y te hagan soñar. Si estás aquí, es porque te gusta explorar nuevos mundos, y yo estaré encantada de guiarte a través de ellos. ¡Disfruta de la aventura!

Los ojos verdes de Meliodas se abrieron de par en par, incrédulos, cuando una bala se alojó en su brazo derecho. El dolor fue instantáneo, una punzada ardiente recorriéndole el cuerpo, pero no tuvo tiempo para asimilarlo. Un nuevo sonido lo alertó: el eco de unos tacones resonando en la penumbra. Frunció el ceño, sintiendo la tensión acumulándose en sus músculos.

De las sombras emergió una mujer, imponente y letal. Sus piernas largas se movían con una elegancia felina, y el vestido ajustado que abrazaba cada curva de su cuerpo parecía diseñado para subrayar su peligro. La sonrisa ladina que se dibujaba en su rostro no hacía más que confirmar lo que sus ojos ya sabían: ella era tan peligrosa como los hombres que la escoltaban, aunque, a juzgar por su porte, no parecía necesitar protección alguna.

—Sorpresa —susurró ella, sus labios tensándose en una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

Meliodas entrecerró los suyos, pero antes de que pudiera pronunciar palabra, la figura de Mael se acercó sigilosamente a la mujer. Los ojos dorados de ella miraron al albino y después se clavaron en el rubio, mientras susurraba algo apenas audible en el oído de la joven. Ella, con un gesto preciso, alzó su arma una vez más, y sin titubear, le disparó.

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En el oscuro y siniestro mundo del crimen organizado, la sucesión de poder es una danza peligrosa y sangrienta. La muerte de un líder mafioso deja un vacío que solo puede ser llenado por alguien digno de llevar la corona del inframundo. Sin un heredero claro, el caos reina, y los mandos que una vez se alineaban bajo una sola bandera ahora pelean entre sí por el control. Pero para la familia Demon, la suerte estaba echada de antemano. Su heredero había sido preparado, forjado en la crueldad del poder y con la templanza necesaria para liderar, aunque no siempre dispuesto a seguir las reglas del juego.

Sentado en su lujosa pero oscura oficina, Meliodas Demon aparentaba indiferencia ante las palabras del regordete hombre de cabellos verdes que estaba frente a él. Chandler, mano derecha de su difunto padre, había servido fielmente durante décadas, y aunque su aspecto no denotaba peligro, su lengua era afilada y directa.

—Mi señor, es ahora o nunca —dijo Chandler, con una voz que apenas contenía la urgencia—. Necesita una esposa para asegurar su puesto.

Un gruñido bajo y peligroso brotó del pecho de Meliodas. Sus ojos, fríos como el acero, se clavaron en Chandler con una intensidad que podría hacer temblar al hombre más valiente. Se levantó del asiento con una fuerza contenida que apenas disimulaba la rabia latente.

—Chandler, no necesito una esposa para liderar. No en mi legado —replicó con una voz que resonó en la habitación como un eco de advertencia.

El hombre regordete, sin embargo, no retrocedió. Con una determinación casi suicida, continuó hablando mientras veía a Meliodas dirigirse hacia la puerta.

—Su padre exigió esto. ¿O acaso piensa renunciar a su herencia?

Esas últimas palabras se clavaron como un puñal en la mente de Meliodas, deteniéndolo en seco. La sombra de su padre aún pesaba sobre él, y Chandler lo sabía. Por un momento, Chandler contuvo la respiración, temiendo haber ido demasiado lejos, pero Meliodas no lo mató. No, en cambio, se volvió lentamente, sus ojos cargados de un odio que solo los demonios podrían igualar.

—Mi herencia es mi herencia. Nadie puede quitármela —respondió Meliodas, su voz gélida.

Chandler, con la habilidad de un veterano en el arte de la manipulación, presionó el clavo más profundo.

—Eso es lo que usted piensa. Si no tiene una esposa, no tendrá ni herencia ni heredero. Los enemigos acechan, y si logran apartarlo, no habrá ningún derecho para reclamar lo que su padre le dejó. Todo su trabajo, todo su legado, se esfumará si no sigue las reglas de su familia. No es la esposa lo que importa, señor, es el heredero.

El aire en la habitación se volvió denso, casi insoportable. Cada palabra de Chandler se sentía como un golpe certero, y Meliodas lo sabía. Con los puños apretados, miró su reloj, un gesto que apenas disimulaba su creciente frustración. Finalmente, se giró hacia Chandler, un gruñido exasperado escapando de su garganta antes de pronunciar las palabras que sellarían su destino.

—Espero mi herencia.

Y con esas palabras, salió de la oficina, la puerta resonando con un estruendo que dejó al pobre Chandler temblando. Meliodas sabía que el juego estaba lejos de terminar, y lo único que quedaba era decidir cómo iba a jugarlo.



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Una nueva etapa en mi vida, una nueva historia. Realmente me mudé de país, así que necesitaba tiempo para este proyecto que ya tenía en mente. Comencé este prologo cuando iba en el avión, así que ya tenía preparado esto jaja. Sin embargo, espero que mi trabajo sea bueno en este fanic.

Así que ya he decidido que de esta historia saldrá un nuevo capítulo cada semana, aún no se que día con precisión pero lo tendrán :3

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