CAPÍTULO CUATRO

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Al estar parado frente a la puerta de la casa de bakugo, sus piernas temblaron, sus manos sudaron; ni siquiera él mismo sabía por qué estaba tan nervioso con solo estar de pie ante esa gran casa, si ya en varias ocasiones había ido.

Respiró hondo dándose confianza en tocar el timbre que estaba al lado de la puerta. Al presionarlo un "Ding" fue el sonido que resonó en toda la casa. Esperó paciente a que alguien le abriera la puerta, pero nadie se asomó.

Volvió a tocar el timbre y seguía sin oír alguna respuesta por parte de alguien de adentro, parecía que nadie quería atenderlo. Se apartó de la puerta y rodeando la casa dió con una ventana abierta, una ventana de la cocina. Se acercó a esta y sin mucho pensarlo decidió adentrarse por ahí, si nadie le abría la puerta entonces él encontraría un modo de como entrar. Nada, ni nadie le iba impedir ver a su Blasty.

Abrió con cuidado la ventana y con mucha dificultad logró entrar a la casa. Asomó su cabeza desde la puerta de la cocina notando que no había nadie en la sala, salió y comenzó a recorrer la casa para asegurarse de que alguien estuviera, pero, no había nadie. Miró las gradas y decidió subir para verificar si bakugo se encontraba en su habitación.

Con cada escalón que subía los recuerdos de cuando venía a la casa del rubio a realizar alguna tarea, o simplemente para pasar la tarde a su lado, se hacían presente en su mente. Cada recuerdo al lado de katsuki era preciado para él; cada risa, cada llanto, cada pena, cada error... Todas esas cosas eran parte de lo que él y bakugo habían pasado juntos. No por algo eran mejores amigos.

Al llegar al piso de arriba se llenó de una triste nostalgia al saber que está podía ser la última vez que podría ver esa casa, la última vez que podría estar al lado de su Blasty. Se encaminó a la habitación del rubio y de un leve empujón logró abrir la puerta, sorprendiéndose al encontrar a bakugo dormido en su cama siendo bien cubierto por sus sábanas. Se dió el lujo de entrar a la habitación y se dirigió directamente hacia el rubio.

Se hincó al lado de la cama de bakugo para poder apreciar mejor de la belleza que este tenía.

--Bakugo... --susurro para intentar despertar al rubio, pero al verle el rostro tan lindo que katsuki poseía dormido, decidió dejarlo así.

Con su pulgar acarició la mejilla del rubio, notando como sus ojitos estaban levemente hinchados... ¿Acaso bakugo había llorado? ¿Por que? ¿Y si algo malo le estaba pasando?. Tantas dudas fueron las que se acumularon en su cabeza con solo ver los ojos hinchados de bakugo debido a algún llanto que tuvo. Aunque no tenía pruebas de ello, tampoco tenía dudas.

Kirishima bajó su cabeza para  acercarse lentamente a bakugo. Con delicadeza y cariño le depósito un pequeño beso en la mejilla. Un beso cargado de mucho amor.

--¿Kirishima?

La voz de bakugo salió débil de sus labios pero lo suficientemente audible para el pelirrojo, quien se incorporó rápidamente con un sonrojó de pena al saber que fue descubierto.

--Blasty, espero que no te moleste que entre asi a tu casa. Esque me moría de ganas de verte y no has llegado a la escuela por eso me preocupe y vine a...

--Lárgate --lo cortó bakugo antes de que el pelirrojo siguiera.

--¿Qué? --kirishima no sabía por qué el rubio lo trataba así y esa única palabra que uso lo desconcertó--. ¿Por que me dices...?

--¿Acaso debo explicartelo con peras y manzanas? ¡Lárgate de una puta vez!

Bakugo se dio la vuelta en su cama dándole la espalda a kirishima y cubriéndose nuevamente con sus sabanas. Solo esperaba que el pelirrojo se fuera de una vez.

¿Como decirte que te amo? [KiriBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora