Cuatro / Legado Oculto

34 2 0
                                    






Salí de la prisión con pasos apresuraros y alejándome de aquel lugar tan rápido como mis piernas me lo permitían. Saqué un cigarro y después de encenderlo le di una gran calada, inhalando hasta que la nicotina disipara la ansiedad que me estaba consumiendo. Expulsé el humo mientras esperé en la parada de autobús al primero que pasase.

Lo dicho por Gabriel resonaba en mi mente como una retahíla.

Fue un ajuste de cuentas.

Quería negarme a creerlo y deseaba con todas mis fuerzas que no fuera cierto, aunque la certeza y seguridad con la que habló ponía en duda todos mis pensamientos. Tenía razón, ¿qué ganaba mintiéndome?

Irán a por ti.

La piel volvió a ponérseme de gallina. Hace casi dos meses que murió mi padre y esperaba llevar una vida tranquila a partir de ese momento. Había sufrido tantos años por su paradero y forma de vivir... que ahora me llenaba de rabia pensar en que nunca fue un drogadicto o un alcohólico. Era un maldito mafioso, lo que resultaba ser peor viendo el lío en el que me había metido. ¿En qué pensaba al hacerme esto? Era su hija, su propia sangre.

Mi móvil vibró avisándome de una notificación. Lo desbloqueé y un mensaje de un número desconocido iluminó la pantalla.

No cuentes nada a nadie, cualquier
información que des o ayuda que pidas
a la policía terminará contigo muerta.
18:27

Habían conseguido la forma de contactar conmigo, como había dicho Gabriel anteriormente.

¿Quién eres?
18:31

Espera ahí, en unos minutos pasarán
a recogerte.
18:32

Y una mierda, no pensaba subirme en el coche de ningún desconocido aunque la situación lo requiriese. Esperaba que no tardara en llegar el autobús, tenía toda la semana por delante hasta que tuviera que volver al trabajo y mi mejor plan era llegar a casa para hibernar en mi habitación y llorar, como siempre terminaba haciendo.

Agradecía de forma cruel que Maude no pudiera disfrutar prácticamente de ningún hueco libre para poder interactuar entre nosotras. No me veía capaz de disimular el malestar que venía arrastrando estos días. La echaba de menos aunque viviéramos bajo el mismo techo y me sentía tan mal por ocultarle esto...

Supe que mis pedidos no fueron escuchados por ninguna deidad piadosa cuando un elegante coche negro se detuvo a mi altura. De este bajó el mismo señor que participó en mi secuestro días atrás, era de estatura media y pelo canoso. Vestía un traje gris marengo impecable adornado con un pañuelo blanco en el bolsillo de su chaqueta, lo que le daba un toque distintivo de otra época.

Rodeó el vehículo llegando junto a mí e hizo la misma inclinación de cabeza que la última vez. Al abrir la puerta del coche con educación comenzó a hablar.

—Señorita Ricci, un placer conocerla formalmente—su voz profunda salía cargada de una cortesía que no esperaba, suavizando la situación y yo agradeciendo que fuera así —. Mi nombre es Joan, me encargaré de lo que necesite y estaré a su disposición para llevarla a cualquier lugar.

Alcé una ceja sorprendida por su profesionalidad mezclada con amabilidad, nada comparado con el trato que recibí por parte de aquel desconocido que le acompañaba la otra noche. Esperaba un trato más acorde a lo que trabajar para la mafia significaba.

LEGADO // #SecretosOcultos1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora