Cinco / Lección de fuego

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El ligero zumbido de la lima eléctrica que se entremezcla con la música de fondo me hace sentir relajada.

¿Sabes? Me parece increíble que hayas heredado el negocio de karts de tu padre —confiesa Maude rompiendo el silencio.

—Imagina lo que me parece a mí —murmuro desinteresada en el tema y con ojos cerrados.

Tener que encargarme de unos cuantos circuitos de karting es lo que menos me preocupa a estas alturas. No es que no lo considerase algo serio, sino que para ello cuento con los servicios financieros de Joaquim, que a parte de ser mi abogado, también es el asesor personal de cada uno de los negocios que utilizamos para el lavado de dinero de mi padre. Ahora mío.

—O sea, el tío llevaba toda su vida perdido en el mapa... ¡y resulta que tenía una fuente de ingresos descomunal! —Sigue con incredulidad. Si ella supiera... —. ¿Cuántos habías dicho que tenía?

—Unos 230 circuitos, si no recuerdo mal —Una de las pedicuristas que se encuentra a cargo de mis pies alza la mirada con impresión y le doy una mirada cansada a la vez que asiento —. En fin, no me apetece hablar del tema. Chin Chin.

—No se hable más. A tu salud, Alessandro Ricci —Levanta el cóctel para brindar y bebemos del Espresso Martini que hemos pedido.

Maude ríe con picardía y yo le correspondo algo incómoda al no poder compartir su felicidad por completo. En realidad, esta ha sido la única buena noticia en los últimos cuatro meses. El negocio de los circuitos de karting es una buena fuente de ingresos e inversión para blanquear mi dinero en pequeñas cantidades sin levantar sospecha alguna. Al menos me permite gastarlo cómodamente como estamos haciendo en este momento.

Me acomodo en el sillón de cuero acolchado que masajea toda mi espalda. Maude y yo teníamos un hueco reservado en este elegante salón de belleza que abrió sus puertas hace unos cuantos meses en la ciudad. No podíamos permitírnoslo hasta ahora que contaba con una gran suma de dinero y no dudé en invitar a mi hermana de corazón para disfrutar de los caprichos que nos merecemos. Todo corre por mi cuenta.

Cedí la mitad de los circuitos a mi hermana Mara, viéndolo como la opción más justa para ambas. Alessandro le había dejado una cuenta bancaria con el dinero suficiente para pagar su máster y construir un futuro sin ningún impedimento económico. A pesar de esto, al no tener conocimiento de la existencia de los circuitos y no encontrar nada relacionado en el testamento de nuestro padre, me pertenecían por ley al ser su única descendiente directa, ya que Alessandro nunca llegó a adoptar legalmente a Mara.

Con el dinero Maude y yo nos mudamos de casa hace dos semanas. Había tomado la decisión por mi propia cuenta, sabiendo que sería lo mejor para ambas, lo que me costó varios días de vacío por su parte al no aceptarle un no por respuesta. Terminó dando el pie a torcer cuando la obligué a elegir entre pagar el alquiler o toda su carrera universitaria. Podría permitirme pagar un piso para mí sola, pero todavía no me imagino viviendo sin ella. Nos acompañamos y convivimos en nuestra rutina con normalidad.

—Me haces sentir un poco como Pretty Woman sin pagar nada de esto —Dispuesta a repetirle por milésima vez que no se preocupe por ello, se responde a sí misma —. Pero mi madre decía que rechazar los regalos era de mala educación.

—Entonces eres la persona más educadamente gorrona que conozco —Le palmeo la cabeza.

—Touché.

Haría lo que hiciese falta por ella si me lo permitiera.

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Acompaño a Maude a su nuevo trabajo después de nuestra mañana de chicas y deambulo unos pocos minutos hasta llegar a casa.

Mis hijos gatunos maúllan dándome la bienvenida y voy directa al aseo para darme una ducha. Me apetece pasar la tarde leyendo. Enciendo unas velas de toffee y me lanzo en el sofá dispuesta a sumergirme en la lectura.

LEGADO // #SecretosOcultos1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora