Ocho / El Contable

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Golpeteo con los dedos al ritmo de Dragonfly de Dana and Alden sugerida por Joan camino a la oficina de reuniones. Los gustos musicales de este señor son los más alternativos que he escuchado en mi vida. Y me gustaba. Apenas hay un alma circulando, la ciudad aún duerme y los pájaros volando son los únicos que se encargan de que el escenario frente a mis ojos no parezca en pausa. Me siento en calma a sabiendas de que en pocos minutos veré a Thiago. Bueno, y al resto del equipo.

Después del primer -y último- día en el que entrenamos cuerpo a cuerpo no se dignó a presentarse. Ni lo necesitaba. Andrés ha estado tomando su lugar sin problema alguno, aunque no puedo evitar sentirme un poco nerviosa por verlo de nuevo. Víctima de la propia valentía que se adueñó de mí insinuándome e irritándole como lo hice. Total. Tampoco es que me arrepienta.

Nos desviamos ya por el camino de tierra que reconozco a la perfección y sujeto con cuidado la bandeja con cafés y cruasanes. Antes de emprender camino a la reunión pedí a Joan que pasásemos por una de las mejores confiterías de la ciudad, famosas por la elaboración de cruasanes con queso mascarpone. Justo los que había elegido para llevar. Suspiro con pesadez.

—¿Estás nerviosa? —pregunta Joan en tono cálido y masticando uno de los dulces.

Él siempre se convida con antelación. Le gusta mantenerse serio delante del resto, aunque conmigo deje las formalidades a un lado. Es algo que me agrada. Confía en mí y yo confío en él.

—Un poco —admito mirándolo —. Pero no es nada que no pueda manejar.

—Así es. Me gusta que plantes cara a Thiago cuando es necesario —Frunce el ceño como si se tratara de un padre disgustado por el comportamiento de cualquier chico con su hija —. No me malinterpretes. Adoro a ese chaval, pero es bueno que de vez en cuando lo pongan en su lugar. Yo antes imponía más que él, aunque el tiempo lo ha favorecido demasiado y ya no me muestra el mismo respeto que antes. No cuentes a nadie lo que te voy a decir. Me tenía miedo, pero es un secreto.

Me carcajeo negando con la cabeza y nos detenemos en la entrada junto a otro coche que pertenecerá a cualquiera de los demás, menos a Thiago. Para nada. Él siempre lleva alguno de su gran colección de coches de alta gama.

Joan baja el primero y espero con educación para que abra mi puerta. Acción que no pretendía dejar a un lado.

La reunión que va a acontecer es crucial para la investigación sobre quién asesinó a Alessandro. Sé que todos llevan semanas de investigación hacia un posible sospechoso que ha cortado relación directa con la Casa Sacra, todo sin motivo alguno. Será la primera vez que esté presente en una de sus reuniones. Quiero estar a la altura y demostrar que pueden confiar en mí. Que puedo ser útil.

Subimos las escaleras y entro sin llamar dejando a Joan vigilando en la puerta. Hago un barrido visual a lo largo de la estancia. Darío, Alba y Thiago están reunidos en torno a la mesa de comedor, sustituyendo al pequeño escritorio que no tiene las dimensiones para la cantidad de carpetas, papeles e incluso mapas repartidos sobre ella. Saúl, como la noche del pub, se sitúa en un segundo plano a una esquina de la habitación.

Todos giran la cabeza en mi dirección a excepción de Thiago.

—He traído café y cruasanes por si no habéis desayunado —anuncio rompiendo con la seriedad del ambiente.

Dejo la bandeja en la mesa baja que hay frente al sofá y me acerco para ojear lo que están haciendo.

Darío se echa a reír divertido

—¡Justo lo que necesitaba! —Pasa por mi lado apretando mis hombros de forma cariñosa —. Eres todo un bomboncito, dulce y delicado. Bueno... ¡mejor un bombón de licor! Dulce por fuera y caliente por dentro.

LEGADO // #SecretosOcultos1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora