Aarón Sallow
Al llegar a casa para preparar su cumpleaños, abrí la puerta con la llave de repuesto y entré. Estaba en silencio, que se sentía como un presagio oscuro, un vacío que apretaba el pecho desde el primer paso.
-¿Hola? - Dije, el aire se siente pesado mientras cerraba la puerta detrás de mí. No obtuve respuesta, avancé con una extraña sensación. - Menos mal que no se encuentra y podre organizarlo todo bien... En la noche le hare la pregunta.. ¿Qué es eso? ¿Sangre?
Mi corazón dio un vuelco cuando mis ojos se posaron en ese rastro que se extendía por el suelo como una serpiente carmesí que conducía hacia un destino que ya me temía.
-Es imposible, hoy no es su periodo y es mucha sangre. - Murmuré tratando de aferrarme a la lógica - No me respondió.. y apenas va a comenzar a ovular..
Mis palabras murieron en mi garganta cuando fijé mi mirada en la ultima habitación del pasillo. Alejandro salió de ella, corriendo, con las manos ensangrentadas, su rostro desencajado por el pánico.
Esa intuición que me gritaba que algo estaba terriblemente mal, me hizo sudar frío.
Subí las escaleras lo más rápido que pude, aferrando me al pastel, como si pudiera protegerme de algo. La puerta estaba medio abierta, y otro charco de sangre me detuvo en seco, Trate de abrirla más.
Pero algo lo impedía.
Cuando al final pude entrar, fue cuando la vi.
El pastel cayó de mis manos, pero ni siquiera me di cuenta, todo lo que me importaba era ella. Mi Dayan, mi futura esposa, vestida de blanco, bañada en sangre, con una sonrisa delirante que me desgarró el alma. Su mirada perdida se encontró con la mía, por un instante.. y este tiempo se detuvo.
-Por lo menos de vi a ti.. - Murmuró con la voz quebrada entre una risa llena de esperanza y eso, se estaba desvaneciendo poco a poco - Gracias por venir a mi cumpleaños.. amor mío. - Sonrió levemente - Y al ultimo.. yo te-te... - Hablo con dificultad y sus lagrimas cayeron.
Su sonrisa se desvaneció, sus ojos se cerraron lentamente, y mi mundo colapso en ese preciso momento. Mi cuerpo no respondía, congelado por el horror.
Verla en esa condición me destruyo.
-Dayan... - Logre decir, mi voz apenas en un hilo roto.
La mano que estaba sosteniendo su herida, se poso sobre el charco de sangre que la rodeaba, y su cuerpo se deslizo ligeramente, su cabeza dejó de estar firme. Su piel, que alguna vez fue tan cálida, comenzó a tornarse en tonos morados y azules, y un nudo inmenso creció en mi garganta.
Toqué su cuerpo al acercarme, temblando y estaba tibio.. pero cada segundo que pasaba la sentía mas fría, más lejana.
-A-abre los ojos, no puedes irte.. por favor. - Imploré, mi voz quebrandose mientras las lagrimas nublaban mi vista - Dayan, te lo pido. Somos tú y yo, linda. Por favor.
Aquel dulce cuerpo ya no respondía, ni siquiera un temblor, ni una sola esperanza. Solo seguía poniéndose más y más frio.
-Te necesito. - Susurre desesperadamente, pero no había respuesta, solo un silencio que me aplastaba con fuerza.
-Por favor, no lo hagas, tenemos planes, cosas por hacer juntos. Ce-celebrar tu cumpleaños. Por favor, Dayan, te juro que comprare otro pastelito, solo necesito que abras los ojos y me hables. Es lo único que te pido, solo eso.
Acaricie su rostro, apartando con cuidado el cabello de su frente, como si ese gesto pudiera devolverle la vida, como si pudiera despertarla de esta pesadilla. Coloqué sus manos sobre sus piernas, tratando de darle paz, pero aquella paz nunca llegaba.
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MI PEQUEÑA GALAXIA
Teen FictionMUCHAS COSAS NOS PASAN EN EL TRANSCURSO DE NUESTRA VIDA, PERO ¿POR QUÉ NO HABLARLO? TAL VEZ NO FUE EL MEJOR MOMENTO PARA COMPRENDERLO O EXPLICARLO Y EN VEZ DE ESO SOLO LO OCULTAMOS EN NUESTRA PEQUEÑA GALAXIA. POR ELLO VENGO CON ESTE LIBRO PARA MOST...