Feliz Cumpleaños Aquiles

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    Ayer me enteré que hoy es el cumpleaños de Aquiles, fue por casualidad. Al parecer aquí no es normal celebrar los cumpleaños ni siquiera los de un príncipe o el del rey.

Mis cumpleaños no es que tuvieran una gran celebración, pero si recuerdo las grandes fiestas que hacia mi padre en el suyo. Aquí el aniversario de tu nacimiento es un día como cualquier otro. La celebración es para cuando alcanzas la edad en la que te vuelves hombre. Al menos eso fue lo que Aquiles me contó y para eso faltan algunos años. 

Así que me di a la tarea de hacer algo por su cumpleaños número trece. Mi último cumpleaños es un recuerdo horrible, ese fue el día en que ese chico murió por mi culpa... no, no, el simplemente murió por su propia culpa.

— Patrocloo- Bueno el bello durmiente se despertó al fin-  ¿Porqué tienes el seño fruncido?

— Estaba pensando, buenos días, Aquiles- le dije mientras le tendía la corona de flores que le hice la noche anterior- feliz cumpleaños.

— Hum? Es algo que se hace en tu hogar ¿Cierto?- se levantó de la cama mientras frotaba sus ojos soñolientos. Tomo su ropa y se empezó a vestir- Me dijiste ¿no? Se dan regalos en los cumpleaños.

— Sí, pero no solo son regalos, hoy le pedí permiso a tu papá para faltar a todos tus compromisos, me costó, pero tenemos el día libre.

— ¿Es en serio? ¿Cómo hiciste para que ese viejo gruñón nos diera el día libre? Eres genial, Patroclo.

—Ya se, ya se- me levanté agarre la corona y la puse en sus cabellos dorados- vamos, tengo aun más sorpresas para ti. 

Lo tome de la mano y lo lleve hacía el prado junto al lago donde pasábamos nuestros ratos libres. Antes de llegar le tape los ojos para que fuera una sorpresa.

— Siento que me vas a tirar al lago, Patroclo, dime qué no harás eso por favor- hizo un puchero como niño pequeño- la corona es demasiado linda como para que se mojé.

— Hahaha ¿Acaso no puedes quedarte quieto? Vamos, ya casi llegamos solo un poco más. Y lo prometo, no te tiraré al lago.

— Confío en ti, Patroclo, se que no lo harías, solo bromeaba, es solo que ya quiero saber que hiciste para mí.

Al llegar al lugar quite mis manos de sus ojos y Aquiles estaba mirando con curiosidad la vista. El día anterior le había dicho que iba a estar ocupado toda la tarde y no volví al cuarto hasta la noche. Un poco lejos del lago encontré un prado lleno de árboles de los que colgaban filas de flores de un morado hermoso. En el centro había uno de esos árboles, pero era el más grande de todo el lugar, ahí debajo puse una manta y arregle con velas, prepare los postres favoritos de Aquiles, e hice un pastel. No es que sea el mejor cocinando, pero aprendí a hacer postres con mi madre. Ella ama hacer postres y a mi también me gustan prepararlos.

— ¿Tu.. hiciste todo esto por mi... Eh  por mi cumpleaños?- Aquiles se sonroja con facilidad y me encanta hacerlo sonrojar.

— Bueno es tu cumpleaños, es lo menos que podía hacer. Deberías ver las fiestas que mi padre hacia en sus cumpleaños eran mucho más grandes. comparado a esto, lo siento.

— ¿Que estás diciendo? Esto es lo más lindo que alguien ha hecho por mi- Aquiles se acercó hacia mi rostro y me beso en la mejilla- gracias, Patroclo.

— Ah, a-am.. no fue jaja n-no fue n-nada- ahora yo era el sonrojado- ejem yo eh.. Tengo un regalo para ti.

— ¿Otro más? ¿Pues cuántos se suponen que son?- pregunto intentando hacer como si nada, pero podía ver sus mejillas coloradas.

— No creo que una corona que pronto se marchitara sea un buen regalo, pero primero son tus dulces favoritos.

Nos sentamos bajo el árbol y estuvimos ahí platicando y comiendo. Nos reímos, jugamos y nos tomamos de las manos algunas veces. No estaba seguro de lo que Aquiles me hacía sentir, pero sabía que al menos para mí, Aquiles no solo era un amigo.

—El atardecer aquí se refleja en el lago, la vista es preciosa- no podía dejar de mirar al rubio mientras le respondía que sí, si que era una vista preciosa- pero tienes que ver la vista, Patroclo.

— La disfruto, no te preocupes, además- saque el regalo de mi bolsa- toma, espero que te guste.

— Ya estaba pensando que te había olvidado ¿Que será?- lo veo fijamente al deshacer la envoltura que me costó un infierno hacer y sus ojos brillan al ver una lira dorada con joyas incrustadas en forma de bellas flores al rededor del instrumento.

— Era de mi madre, también tocaba la lira como tú. Aunque aquí entre los dos, tú eres mejor que ella en eso- las manos de Aquiles no dejaban de tocar la lira, la admiraba. Mi mamá estaría feliz de que alguien que amara la música tanto como ella tuviera su instrumento- Quiero que la tengas tú. Yo no tengo madera para ser músico. Es lo único que tengo de casa y me alegra de que seas tú quien se lo quede, por favor acéptalo.

— Es demasiado valiosa ¿Cómo puedo aceptarlo? ¿Cómo podría pagarte, Patroclo? Por favor dímelo, haré lo que sea. Necesito que me pidas algo a cambio, así, si la aceptaré.

— Bien, toca para mí, para siempre. Eso me gustaría mucho- agarre la mano de Aquiles y le indique que se acostara a mi lado. El se acercó y apoyado en mí, empezó a tocar una dulce melodía- Aún que eso sería un regalo más para mí, que para ti, Aquiles.

—No, Esta bien Patroclo, te lo prometo.

Nos quedamos en ese lugar hasta que oscureció y al regresar a casa nos tropezamos varias veces por qué no veíamos nada. Espero que esté cumpleaños sea un buen recuerdo para Aquiles.





***
Bueno holaa
Si llegaron hasta aquí les estoy muy agradecida, perdón por alargar el cap, pero era el cumple de mi bebé tenía que hacer algo bonito. ¿Sabían que Aquiles originalmente cumple el 7 de julio? 
(Lo saque de Google no se si es verdad jaja)  espero que el cap de hoy les haya gustado tanto como a mí. ;)


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