Viejas heridas

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Aarón y yo avanzamos por el pasillo, la tenue luz de las lámparas guiándonos hacia la cocina. El suelo de madera cedía ligeramente bajo nuestros pasos, mientras descendimos las escaleras. Aarón caminaba delante de mí, su espalda rígida y los hombros tensos. Su silencio era de verdad inquietante.

En la cocina, mamá nos esperaba junto a la mesa. El aroma de los panqueques recién hechos llenaba el aire, y Joshua estaba sentado en su silla, balanceando las piernas y sonriendo.

—¡Henry, Aarón!—Exclamó—Mamá preparó panqueques—Su entusiasmo era contagioso mientras embadurnaba de mantequilla los panqueques, y me alegró verlo así después de todo lo que habíamos pasado la noche anterior.

Mama nos ofreció café, al cual ambos asentimos «¿cómo podría rechazar el café en estos momentos? capaz me desmayo en la tarde por no dormir, igual es mi culpa por no descansar mucho, pero son detalles»

La taza humeante frente a mí era un pequeño consuelo, me estaba matando tanto misterio. No dejaba de mirar a mi hermano mayor buscando algún indicio si lo que quería nuestro padre era malo o bueno, o que viniendo de él nada es bueno en realidad. Pero lo único que encontraba era una cara de póquer comiendo en silencio y cuando noto que lo estaba mirando solo alzó sus hombros queriendo decir "no puedo decirte nada"

Lo cual es obvio no podemos hablar enfrente de mamá o de nuestro hermanito sobre que nuestro gran padre decidió volver a aparecer, la verdad no sería muy buen tema de conversación en estos momentos.

La atmósfera en la cocina se volvió tensa, como si el silencio entre Aarón y yo, como si fuera un muro impenetrable. Mamá, siempre perceptiva «como hubiese querido heredar esos poderes de psíquica que tiene», nos miró con una ceja arqueada mientras servía más café.

—¿Qué les pasa, chicos?— Preguntó con evidente preocupación—¿Por qué están tan callados?

Respondí de forma automática—Está todo bien— «Repítelo hasta que te lo creas» Pensé para mis adentros.

Aarón termino de decir—Estamos un poco cansados solo es eso.

Nuestra madre se levantó y le dijo a Joshua que se fuera a lavar las manos, espero que Joshua saliera de la cocina por acercarse a nosotros y tomarnos a ambos de las manos.

—Mis niños han pasado por tanto, son fuertes y valientes y solo quiero decirles que a veces no estar bien es parte de la vida. No siempre tenemos que cargar con una sonrisa perfecta. Pero lo importante es que nos apoyemos mutuamente— Sus palabras resonaron en el aire.

—Saldremos adelante—continuó, mirándonos fijamente—Se que se sienten mal por el incendio de los Thornfield, fue devastador, pero ustedes tienen que ser fuertes por Joshua. Juntos superaremos esto, pero jamás los olvidaremos— Su voz era firme y reconfortante, como si estuviera tejiendo un escudo invisible a nuestro alrededor.

«Quisiera ser tan fuerte como ella»

Aarón finalmente sonrió, y yo asentí.

Fue entonces cuando Joshua entró a la cocina, con sus ojos curiosos y su cabello alborotado, observándonos con curiosidad-¿Mamá Aarón y Henry no van a ir a la escuela hoy?- preguntó, señalando nuestras ropas informales.

—Tus hermanos tienen asuntos que resolver, cariño. Pero tú sí vas a la escuela. Necesitas aprender y ser tan inteligente como ellos— Su tono era firme pero cariñoso.

«Claro, claro sobre todo que sea tan inteligente como yo porque todos sabemos que soy el epítome de la inteligencia. Humildad sobre todo»

Sinceramente a veces pienso que Aarón se llevó gran parte de la inteligencia familiar, Dios no podría ser más "Don perfecto"

A tu lado estoy vivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora