El sol se alzaba en el horizonte, bañando las doradas arenas de Sarasaland con una luz cálida y vibrante. Las dunas parecían brillar, como si estuvieran anticipando la llegada del evento más esperado del año: el Gran Carnaval de Sarasaland. Las coloridas banderolas ondeaban al viento y la música festiva resonaba en cada rincón del reino.
Daisy, la enérgica y valiente princesa de Sarasaland, se encontraba en su balcón observando la ciudad que se preparaba para la celebración. Su corazón latía con emoción. Este carnaval no solo era una tradición querida en su reino, sino también una oportunidad para mostrar a sus amigos lo maravilloso que era su hogar.
Daisy: ¡Este año será increíble!.
Dijo Daisy para sí misma, sonriendo con determinación.
Un suave golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos. Era Toadette, una de sus amigas más cercanas, con una expresión radiante en su rostro.
Toadette ¡Princesa Daisy! ¡Todo está listo para el carnaval! ¡Las carrozas, los fuegos artificiales, y por supuesto, la gran competencia de karts!
Daisy asintió con entusiasmo. La competencia de karts siempre había sido uno de los eventos más esperados del carnaval, donde los mejores corredores de todos los reinos se reunían para demostrar su habilidad.
Dasy: ¡Perfecto, Toadette! Asegúrate de que todo esté en su lugar. Quiero que este carnaval sea el mejor de todos.
Daisy se giró para mirar al horizonte.
Daisy: Y este año... será especial.
La Llegada de Mario y los Amigos
Mientras tanto, en un rincón del Reino Champiñón, Mario y Luigi se preparaban para su viaje a Sarasaland. Pauline, la encantadora exalcaldesa de Nueva Donk City, también se unía al grupo este año. Aunque tenía un pasado con Mario, ahora eran buenos amigos, y ella no quería perderse la oportunidad de experimentar el famoso carnaval.
Mario: ¡Luigi! ¡Vamos a llegar tarde si no te apuras!.
Mario gritó desde la puerta, mientras ajustaba su gorra roja.
Luigi, siempre el más precavido, revisaba su lista de equipaje por décima vez.
Luigi: ¡Estoy listo, Mario! Solo asegurándome de que no olvidamos nada... ¡Como la vez en la Isla Delfino!.
Respondió Luigi, con una sonrisa nerviosa.
Pauline, elegantemente vestida, se acercó a los hermanos con una sonrisa traviesa.
Pauline: Relájate, Luigi. Estamos aquí para divertirnos, no para preocuparnos.
Se giró hacia Mario.
Pauline: Y tú, Mario, espero que estés listo para ser el centro de atención en el carnaval.
Mario se rascó la cabeza, un poco avergonzado. Aunque estaba acostumbrado a ser el héroe, la idea de ser el centro de atención en un evento social lo ponía un poco nervioso.
Mario: Haremos lo que mejor sabemos hacer: ¡disfrutar y competir!.
Dijo Mario con su entusiasmo característico.
El trío se dirigió al aeropuerto del Reino Champiñón, donde Toad estaba esperando con la nave voladora que los llevaría a Sarasaland. La nave, adornada con los colores de la bandera del Reino Champiñón, despegó hacia el cielo, y en poco tiempo, las arenas doradas de Sarasaland se hicieron visibles en el horizonte.
El carnaval comienza.
Al llegar a Sarasaland, fueron recibidos por Daisy y una multitud de ciudadanos alegres. Las calles estaban llenas de vida, con puestos de comida, juegos, y artistas callejeros mostrando sus talentos. La música retumbaba en el aire, y las risas resonaban por todas partes.