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La libertad no debe doler. Mara está muerta; Emily la mató. Al escucharla tuve un mal presentimiento; nunca imaginé lo que sucedió después. Recuerdo la escena del crimen: el piso repleto de sangre, un cuerpo abierto, vacío, y un corazón sin latidos. El olor a muerte traspasó mi nariz; volví el estómago a un lado de la puerta. Las sirenas taladraron mis oídos, mi voz quedó sofocada en la confusión. Emily me miró con un brillo diferente en los ojos. Los policías entraron con pistola en alto, apuntando y gritando que no se moviera. Ella no puso resistencia, dejó que la esposaran y luego se la llevaron. En el Ministerio Público confesó su crimen, y eso fue suficiente para que le dictaran un auto de formal prisión. Contacté con un abogado, y sus palabras no fueron esperanzadoras. No dormí aquella noche y las pesadillas no se han ido.

Hoy es la primera audiencia del juicio. Una parte de mí no deseaba estar en el juzgado, pero debía mostrarle apoyo a Emily. Pedí un uber, llegó en menos de diez minutos. Durante el camino me quedé pensando en lo sucedido aquella tarde, en los motivos del asesinato; las preguntas y recuerdos se juntaron en mi cabeza hasta que llegué. Vi el enorme edificio rojo con un sinfín de ventanas, quizás eran diez pisos o más: Tribunal Superior de Justicia estaba puesto con letras plateadas que relucían a la luz. La entrada principal era de vidrio, por lo que podía ver a través de ella. Entré. Me detuve unos segundos para preguntar a la recepcionista a donde tenía que ir. Caminé con rapidez al ver el reloj de pulsera que llevaba mientras que mis tacones hacían eco. Tomé el ascensor y pulsé el botón con el número cuatro; comenzaba a ponerme nerviosa. Cuando las puertas del elevador se abrieron, las salas en materia penal estaban ante mí. Caminé por un largo pasillo hasta llegar a una puerta de madera. Temía lo que estaba por pasar, mi respiración se aceleró, mis pulmones se llenaron de aire; al tranquilizarme, entré.

La pequeña sala blanca estaba en silencio; de vez en cuando se escuchaban los sollozos de una mujer. Había visto series en Netflix sobre crímenes, cómo atrapaban a los malos, se resuelve el caso y llevan al culpable ante el juez, pero la realidad es más cruel. Me senté al fondo, en una de las sillas negras; no era capaz de estar en primera fila, no podía. Noté la presencia de los padres de Emily, y de algunos amigos suyos. Me alegraba saber que, después de lo ocurrido, contaba con apoyo.

—Buenos días, hoy 18 de junio del 2019 siendo las once de la mañana, nos encontramos reunidos en la segunda sala del Tribunal de juicio oral para presenciar la audiencia de debate en la causa veintisiete trece, que se le instruyó a Emily Martínez por el delito de homicidio culposo en agravio cometido a Mara Morales, en este acto con fundamento de los artículos 139 y 302 del Código Penal de la Ciudad de México. Les pido, por favor, que se pongan de pie para recibir al tribunal: Mario Galván, Arturo Medina y Larissa Trujillo

—Estamos reunidos para desahogar la audiencia de juicio oral. —Comenzó la juez, una mujer que tenía un semblante severo, y quien miró a todos de una forma penetrante—, en causa que se intuye a Emily Martínez en agravio de Mara Morales. Procedo en la intervención de la parte acusatoria.

La juez presentó a las dos partes, a los abogados que representaban a la familia Morales, y a Vladimir, quien trataría de defender a Emily. Me preocupé que él no tuviera un compañero para ayudarle en el caso, sin embargo, antes de contratarlo, investigué, supe de la cantidad de victorias que ha obtenido a lo largo de su carrera profesional, así que no tenía de qué preocuparme. Después de eso dio comienzo a la audiencia.

—Para centrar el debate y evitar derivaciones innecesarias, se hace saber de la acusación con relación de los siguientes hechos: el día 3 de marzo del 2019, en el apartamento número 27 del edificio que se encuentra en la calle Doctor Olvera, la hoy, acusada, apuñaló y posteriormente desgarró la piel y los músculos de la víctima, para posteriormente extraer que le permitió arrancar el órgano vital, el corazón, lo que ocasionó su muerte súbita cardiaca desangramiento.

Tinta de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora