Capítulo 3: Sombras que se avecinan

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El hambre ancestral roía sus viejos huesos, provocando un impulso implacable de destruir, darse un festín y consumir. Sin embargo, tales comidas eran escasas, y el viejo wyrm se veía obligado a contentarse con sobras. Le molestaban estas magras ofrendas. El viejo wyrm recordaba una época en la que nunca pasaba hambre, una época anterior a los tiempos oscuros y a que la tierra se resquebrajara, permitiendo que la muerte brotara.

Recordaba el Día de la Perdición, cuando una ciudad fue destruida y los hombres ardieron en sus hogares, y los dragones cayeron del cielo. Recordó la ira, el dolor y la indignación que acompañaron a este suceso, y cómo huyó posteriormente a esta tierra extraña al otro lado del mar, donde encontró seguridad.

Desde entonces, experimenta un estado persistente de hambre y ha aumentado considerablemente de tamaño.

El dragón había localizado una ballena muerta hacía tres días, la extrajo del mar con sus garras y la transportó a la orilla. Esto constituía una excelente fuente de alimento. Una captura tan abundante del mar era poco común en las circunstancias actuales, pero ni siquiera esto satisfacía su apetito durante un periodo prolongado. Había existido durante un tiempo considerable. Había persistido durante mucho tiempo. Había languidecido durante mucho tiempo, incluso mientras sus parientes envejecían y se marchitaban o se enzarzaban en combates y se mataban unos a otros.

Sin embargo, el dragón era una excepción.

A medida que envejecía, la fuerza y el poder del Dragón aumentaban. A pesar de su crecimiento físico, su determinación para sobrevivir seguía siendo fuerte. Se sentía impulsado a aferrarse a la vida, incluso a costa de su propia muerte. Éste era su destino, y había pasado de ser un débil polluelo a la formidable criatura que ahora se temía en todo el país.

Sin embargo, el valor de su poder era limitado sin un oponente adecuado que lo desafiara. La eficacia de sus habilidades, ya fueran de fuego, garras o alas, disminuía sin un adversario adecuado.

Durante un largo periodo, sus actividades principales fueron dormir y cazar. Éste era su destino, y estaba insatisfecha con él.

Hasta que oyó el rugido.

El viejo wyrm oyó por primera vez la llamada a través del mar, un grito que sacudió el mundo mismo. Era lejano y fuerte, antiguo y poderoso.

Aquel día, su sangre hervía de emoción. Una sola palabra había llegado a su antigua mente. ¡Retador! ¡Por fin! ¡Después de tanto tiempo! Una señal tan poderosa le hizo sentirse joven de nuevo. No se había enfrentado a un verdadero enemigo desde los tiempos oscuros. No desde la muerte de sus parientes en la vieja ciudad.

Era consciente de la fuente del rugido, que se originaba al otro lado del horizonte, al sur de su extensa guarida. Sin embargo, al intentar responder con una vocalización de sus poderosas alas, no obtuvo respuesta. No había oído la llamada ni una segunda ni una tercera vez, lo que le provocó un sentimiento de curiosidad. ¿Qué clase de criatura podía producir semejante sonido? ¿Podría ser otro dragón?

El dragón sentía curiosidad por conocer el origen del rugido.

En relación con nuestra conversación, te escribo para informarte de que...
Atentamente,
[Nombre del remitente]

Debo discrepar respetuosamente. No parece un dragón.

Puede que la criatura salga en breve de su guarida para perseguir la fuente del sonido y entrar en combate. La idea le pareció agradable al viejo wyrm. Con el tiempo había adquirido varios nombres diferentes, pero eso no le preocupaba. ¿Por qué iba a importarle? Era fuego. Era sangre. Era muerte. Estos factores tenían una importancia primordial. Los nombres eran para los humanos. Éste era su dominio, su isla, su reino. Cualquiera que viniera sería eliminado, al igual que el dueño del rugido misterioso cuando por fin se encontraran. Pero primero habría batalla. Lucharían. La idea avivó el fuego interior. Sí. Su batalla sería legendaria.

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