"Tanto las palabras como las espadas son esenciales para ganar guerras".
...
En relación con nuestra conversación, te escribo para informarte de que ya he completado la tarea de ir a cangrejear (Parte II).
"¿Tienes una relación personal con ella?"
Rhaenys fue franca y directa, lo cual era de esperar. Desde el principio, se enfrentó a preguntas inquisitivas. No podía culparla por esta línea de indagación, dado que Rhaenyra era su prima menor. A pesar de sus diferencias, seguía siendo de la familia. Era natural que se preocupara por ella.
Desde un punto de vista racional, reconoció la validez de su perspectiva. Sin embargo, no pudo reprimir del todo la respuesta emocional que siguió.
Meleys debía de ser consciente de ello, pues el dragón rojo reaccionó con un gruñido bajo a su contacto.
Le dio otro fuerte rasguño en la barbilla, que pareció surtir el efecto deseado y la dragona se tranquilizó.
"¡Claro que la quiero!", replicó, con tono firme y decidido. "¿De verdad crees que me vería envuelto en esta situación si no sintiera un verdadero interés por ella? Me habría retirado inmediatamente de esta situación si ella no me importara".
Rhaenys parpadeó. "¿Podrías aclararme qué es un tren?"
"Correcto. Pido disculpas por el malentendido. Mi respuesta no ha cambiado. La amo".
Estaba totalmente comprometido con esta relación. Nunca había amado a nadie de la misma manera. Era consciente de ello, lo había aceptado y, en cierto modo, le intimidaba. El amor era una fuerza, pero también una vulnerabilidad. Cuando amabas a alguien, corrías el riesgo de perderlo. Había observado el impacto de este dolor en los demás y su efecto en su comportamiento.
La pérdida del amor había dado lugar a la creación de algunos de los adversarios más formidables que jamás había encontrado.
Había entrenado a Rhaenyra para evitar ese resultado.
Esperaba que ella fuera capaz de hacerlo.
"¿Pero estarías dispuesto a morir por ella? preguntó Rhaenys.
Sus ojos brillaron con un tono dorado y su temperamento se desbocó brevemente. "Aconsejo precaución".
Meleys expresó su disgusto refunfuñando en voz baja. Harta de sus discusiones, se liberó y se dirigió hacia Syrax. Naruto se lo permitió, contento de observar cómo los dos dragones alzaban el vuelo y se enzarzaban en exhibiciones aéreas. Mantuvo el contacto visual con Rhaenys, que parecía observarla con más atención que antes.
"Tus ojos son bastante intensos", comentó. "Imagino que tu madre era bastante atractiva".
Sintió que sus mejillas enrojecían, pero estaba decidido a no permitir que la conversación derivara hacia una dirección más neutral. "Ya que estamos profundizando en este tema, ¿qué opinas de Rhaenyra?".
"Creo que siente algo por ti. Y tú sientes algo por ella".
Levantó la barbilla para mirarla fijamente, mirada por mirada. "No estás a favor de esta forma de actuar".
Ella respondió con una burla: "Mi aprobación tiene poca importancia en el conflicto que se avecina".
"Sin embargo, me gustaría", dijo él.
"Tienes facilidad de palabra, ¿verdad?".
"Cuando me conviene".
La mirada de Rhaenys traicionó un atisbo de aprobación, aunque la suya cambió a una expresión más neutra. "Eres consciente de que la muchacha en cuestión bien podría convertirse en la heredera del Trono de Hierro si su padre se sale con la suya".
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Naruto - Zorrofuego
RandomSólo su propia caída podía acabar con la Casa del Dragón. Como dice el dicho. Pues sólo un dragón puede aspirar a destruir a otro dragón. Pero, ¿y un zorro? ¿Qué podría hacer un zorro? La respuesta no está clara. Cuando un niño rubio llega a las pla...