El día siguiente trajo consigo un aire más pesado, como si las palabras no dichas flotaran en cada rincón. Minho y Felix se encontraban en la habitación de Minho, almorzando en silencio. La tensión del incidente en el gimnasio aún los rodeaba, y aunque estaban juntos, el peso de lo que casi había sucedido los mantenía distantes.
Minho miraba a Felix mientras comía en silencio. El rubio estaba perdido en sus pensamientos, empujando la comida en su plato sin verdadero interés. Había una sombra en sus ojos, una tristeza que Minho no podía ignorar por más tiempo.
Finalmente, Minho dejó sus cubiertos a un lado y suspiró, rompiendo el incómodo silencio. —Felix... ¿Qué sucede? Has estado callado todo el día.
Felix levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Minho. Parecía dudar por un momento, como si las palabras fueran demasiado difíciles de formar, pero después de un suspiro pesado, decidió hablar.
—Es solo que... —Felix comenzó, su voz suave y cargada de tristeza—. Estuve pensando en todo esto. Nosotros. Lo que somos. Lo que no podemos ser.
Minho frunció el ceño, su corazón acelerándose con preocupación.
—¿Qué quieres decir?
—Minho... —Felix bajó la mirada—. Quizás nunca podamos decirles a nuestros amigos sobre nosotros. No podemos ser abiertos. Y... —Felix tragó saliva—. Ni siquiera sé qué somos. Nunca hemos puesto una etiqueta a esto. A veces me siento como si... como si estuviera atrapado en el medio de algo que no sé cómo definir.
El corazón de Minho se hundió al escuchar las palabras de Felix. Lo que él veía como una relación sólida, aunque secreta, ahora parecía más frágil en los ojos de Felix. La idea de perderlo, de que Felix pudiera estar sufriendo por esa falta de claridad, era algo que Minho no podía soportar.
Sin pensarlo dos veces, Minho se levantó de su silla y caminó rápidamente hacia Felix. Lo tomó del rostro con ambas manos, sus ojos oscuros buscando desesperadamente los de Felix. El rubio apenas tuvo tiempo de procesar lo que sucedía antes de que los labios de Minho se estrellaran contra los suyos en un beso cargado de emoción, urgente y apasionado.
Felix se sorprendió al principio, pero su cuerpo reaccionó de inmediato, respondiendo al beso con la misma intensidad. Los brazos de Minho se deslizaron alrededor de él, tirándolo más cerca, como si temiera que pudiera escapar si lo soltaba.
Entre besos, Minho murmuró, casi sin aliento. —Felix... Estoy dispuesto a todo por ti. No me importa si nunca podemos decirle al mundo. No me importa lo que tengamos que hacer para seguir adelante. Solo quiero estar contigo... —sus labios rozaron los de Felix nuevamente—. Porque lo que siento por ti es real, más real de lo que he sentido por nadie.
Felix abrió los ojos, su corazón latiendo con fuerza mientras Minho lo miraba con una mezcla de deseo y determinación.
—Minho... —susurró Felix, casi incapaz de procesar lo que escuchaba.
Minho acarició suavemente el rostro de Felix, sus ojos ardiendo con una emoción pura. —Felix, te lo estoy diciendo ahora... Quiero ser tuyo, completamente. ¿Quieres ser mi novio? ¿Hacer esto de verdad, juntos?
El silencio que siguió fue denso, pero no incómodo. Los ojos de Felix se llenaron de lágrimas, no de tristeza, sino de alivio, de emoción contenida. Asintió lentamente, con una sonrisa suave que se extendía por su rostro.
—Sí... —murmuró Felix con una voz apenas audible—. Quiero ser tuyo.
Minho sonrió, un alivio evidente en sus ojos mientras volvía a inclinarse para besar a Felix, esta vez con una ternura renovada.