Felix estaba envuelto en las sábanas, resistiéndose a moverse mientras la luz del sol se filtraba por las cortinas. Se giró de nuevo, ocultando su rostro en la almohada, soltando un suspiro profundo.
Minho se sentó al borde de la cama, observándolo con una sonrisa suave. Se inclinó hacia Felix y comenzó a darle pequeños besos por toda la cara.
—Felix... despierta que más me gustaría que nos quedemos aquí pero no se puede —susurró entre besos, desde su frente hasta su nariz.
—Cinco minutos más... Por favor —murmuró Felix, con los ojos aún cerrados.
Minho rió bajo, dejando un beso más largo en los labios de Felix antes de susurrar:
—Amor, ya es hora de levantarse.
Felix se quedó quieto por un momento. Lentamente abrió los ojos, mirándolo con sorpresa.
—¿Amor? —repitió, con una sonrisa pequeña que comenzaba a asomarse en sus labios.
Minho asintió y le acarició la mejilla.
—Sí, amor. ¿No te gusta?¿Cómo quieres que te llame?
Felix sonrió, acurrucándose más cerca de Minho mientras lo abrazaba por la cintura.
—Me encanta que me llames así... Suena muy bonito.
Minho dejó escapar una risa suave, rodeándolo con sus brazos.
—Está bien tienes cinco minutos más, amor —susurró, continuando a darle pequeños besos mientras compartían un momento tranquilo y cálido.