Capítulo 5

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Aquí llego de nuevo, doble actu esta semana 

No estoy leyendo apenas comentarios, a ver si os animáis un poquito ♥️


Be mine- Jimin

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Be mine- Jimin


──── ⋅SEBASTIÁN────

Me pregunto cómo se vería ese enfado tan dulce si yo tuviera permiso para castigar su atrevimiento. No es el caso, y tampoco he perdido el que sí me dio para cargarlo, así que vuelvo a levantarlo en mis brazos.

—Olvídate de las mafias. —Abro la puerta del edificio con mi pie, que sigue descalzo y con algunos cristales clavados—. Soy un guardaespaldas que trabaja para Bonaccorsi Security. Owens es mi compañero. El reloj es de la empresa.

—¿Y es común que los guardaespaldas de unos empresarios multimillonarios maten y limpien cadáveres con tanta facilidad? —Se remueve en mis brazos, hasta que aprieto suave su pierna y hago que pare—. ¿Que la policía los conozca por el apellido de sus jefes e ignoren el ruido de los disparos? ¿Te adoptaron, ¿verdad? El de la rata es tu hermano, primo, lo que sea.

Como no contesto, resopla. Aprovecho la luz blanca del portal para mirarlo bien.

Tiene golpes por todas partes. Joder, que todavía no se le habían curado los anteriores. Su ropa de color amarillo está cubierta de sangre. No soporto ver su propia sangre fuera de sus venas. Los labios, rotos. Sus brazos desnudos están plagados de más golpes y asumo que las piernas también.

—¿Tu casa o la mía?

—Deja de hacer tantas preguntas, Menticcorsi. Ambos sabemos que me disparate un dardo tranquilizante, me llevaste a tu casa y me pusiste un pijama.

Asumo que sigue molesto y por eso opta por sacar a relucir algo que ya pasó, aunque no como él se cree.

Pero bien que se deja cargar.

—Te desperté y lo hiciste tú solo, encanto.

Aprieta la mandíbula y mira para otro lado.

Subimos en silencio y puedo dejarlo en el sofá de su apartamento, que tiene muebles sencillos y una gran gama de colores cálidos por todas partes.

Corro como un desgraciado escaleras arriba y me curo los pies para que no me vea. No quiero que se sienta mal por mis heridas. Lo hago todo rápido y me tapo las tiritas con unos calcetines.

Cuando regreso con mi botiquín, él sigue en la misma posición, hablando consigo mismo en voz baja. Lo vuelvo a tomar en brazos y me lo llevo al cuarto de baño para sentarlo sobre la encimera.

Mi guardián Bonaccorsi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora