Capítulo 2

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지민 (Jimin) - Who


──── ∗ ⋅ÁNGELO⋅ ∗ ────

«Dos hombres grandes y de aspecto sospechoso mantienen una conversación mientras pasean a una gran rata gris cerca de la puerta del edificio que contiene mi nuevo apartamento. Mi primer hogar propio.

He venido desde muy lejos y estoy demasiado cansado. No tengo muchas maletas, pero no creo poder subirlas todas sin perder el conocimiento en el proceso. Llevo horas sin comer y sin apenas beber porque me daba miedo dormirme conduciendo.

No veo a nadie más en esta solitaria calle y dejar aquí mis pocas pertenencias podría implicar que me las robaran.

Esos tipos también podrían robarme, golpearme o secuestrarme para traficar con mis riñones.

Pero no pueden ser mafiosos muy malos si uno de ellos sostiene la correa del arnés de una rata. 

Que lleve un pasamontañas en la cabeza no lo convierte en un criminal, solo en alguien con personalidad.

Yo sí soy un criminal.

—¡Disculpen! —les grito desde mi Chevrolet Camaro amarillo del sesenta y nueve—. ¡Soy un vecino nuevo! ¿Pueden ayudarme a subir mis maletas? ¡Soy mecánico y puedo pagar por vuestros músculos con mis habilidades! —Repámpanos, eso ha sonado muy mal—. ¡Servicios! ¡Servicios de ayuda al vecino nuevo! Nada sexual ni... Eh... ¿Bonita rata?

El tipo del pasamontañas se saca una pistola de la cazadora de béisbol que lleva y me apunta.

Abro el maletero del coche, tomo una llave inglesa y me pongo en posición de lanzarla.

—Antes de que me dispares, te parto la cabeza con esto.

—¿Qué has dicho? —Da un paso hacia mí—. Soy el maldito dios de esta ciudad, arrodíllate ante mí o te llenaré de pólvora.

El otro, que lleva un traje negro a juego con el auricular que tiene en la oreja derecha, estira la mano, la pone en el cañón del arma y le murmura algo que le hace bajarla.

He tratado con personas más peligrosas que tú en mi último ingreso psiquiátrico —le digo.

Le da la pistola a su amigo, se quita el pasamontañas y me mira fijamente.

—Huye mientras puedas.

—¿Estás intentando asustarme?

Se señala, incrédulo.

—No me das miedo por tener tantas cicatrices en el rostro. Eres atractivo y soy gay, podría coquetearte si quisiera.

Se le desencaja la mandíbula y añado:

Mi guardián Bonaccorsi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora