Capítulo 20: El Encuentro con el Basilisco

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El aire en los pasillos de Hogwarts estaba cargado de una tensión que solo Harry podía percibir. Desde su llegada al pasado, cada paso que había dado estaba calculado, cada movimiento era una pieza en el ajedrez que jugaba contra el destino. Ahora, estaba a punto de enfrentar una de las piezas más peligrosas del tablero: el basilisco.

Harry había decidido que el control de la criatura era crucial para asegurar su dominio total sobre la magia oscura en Hogwarts. Aunque el basilisco era una bestia mortal, también era un símbolo del poder que Tom había ejercido en el pasado y que Harry ahora reclamaba como suyo. Sin embargo, a diferencia de su seguidor, Harry no buscaba simplemente utilizar al basilisco para infundir terror. Su objetivo era mucho más ambicioso: doblegar a la criatura a su voluntad y utilizarla como una herramienta de control definitivo.

Bajo la luz pálida de la luna, Harry descendió lentamente por las escaleras que conducían a la Cámara de los Secretos. La oscuridad lo rodeaba, pero en lugar de encontrarla inquietante, Harry sentía que lo envolvía como un manto protector. Había llegado el momento de enfrentarse al basilisco, y a medida que bajaba, las antiguas paredes susurraban secretos olvidados en un idioma que solo él, como heredero de Slytherin, podía comprender.

**"Todo depende de esto,"** pensó Harry, sintiendo el peso de su decisión. **"Debo controlarlo. Debo demostrar que no soy solo un mero estudiante, sino un verdadero maestro de la magia oscura. Si fallo aquí, todo lo que he construido se desmoronará."**

Al llegar al final de la escalera, la gran puerta de la Cámara de los Secretos se alzó ante él, imponente y silenciosa. El grabado de las serpientes parecía observarlo con ojos vacíos, esperando a que pronunciara las palabras que las harían moverse. Harry se acercó, su corazón latiendo con fuerza pero su mente clara como el cristal. Sabía lo que debía hacer.

—Ábrete —dijo en pársel, su voz resonando en la oscuridad.

Las serpientes comenzaron a deslizarse y entrelazarse, abriendo la puerta con un sonido pesado y resonante. Al otro lado, la Cámara se reveló en toda su majestuosa y aterradora gloria. Las estatuas de serpientes gigantes flanqueaban un camino que conducía a una gran figura de Salazar Slytherin, con la boca entreabierta, lista para liberar al basilisco.

Harry avanzó con pasos seguros, aunque su interior era un torbellino de pensamientos y emociones.

**"Debo ser cauteloso. Un movimiento en falso y podría acabar muerto,"** pensó, mientras avanzaba hacia la estatua.

Finalmente, se detuvo ante la inmensa figura de Slytherin. La boca de la estatua estaba abierta, y Harry sabía que solo una palabra bastaría para desatar a la criatura que dormía en su interior.

—Despierta —murmuró en pársel, sus palabras impregnadas de autoridad.

El suelo tembló bajo sus pies, y un sonido sibilante, profundo y resonante, llenó la Cámara. Desde la oscuridad de la estatua, una forma gigantesca comenzó a emerger. El basilisco, con su cuerpo cubierto de escamas verdes y ojos amarillos brillantes, se deslizó lentamente hacia Harry, su presencia imponente llenando el espacio con un aura de terror.

**"No mires sus ojos directamente,"** recordó Harry, desviando su mirada hacia el cuerpo de la criatura mientras sentía el frío del terror reptar por su espina dorsal. **"Pero tampoco muestres miedo. Los basiliscos son inteligentes, pueden oler el miedo."**

El basilisco, ahora completamente fuera de la estatua, se alzó, mirándolo desde su gran altura. La criatura silbó suavemente, como si evaluara a Harry, tratando de decidir si era un amigo, un enemigo, o una presa.

—Soy tu amo —dijo Harry en pársel, con la voz firme—. Me obedecerás.

El basilisco pareció dudar, inclinando ligeramente la cabeza mientras sus ojos mortales lo examinaban. Harry podía sentir el poder del basilisco como una fuerza tangible, una ola de oscuridad que amenazaba con aplastarlo si cometía un error. Pero él no flaqueó; sabía que la clave para controlar al basilisco no era solo hablarle en pársel, sino demostrar su dominio.

**"Tom lo controló con miedo y fuerza,"** pensó Harry, evaluando su estrategia. **"Pero yo necesito que me respete, no solo que me tema. Esta criatura es antigua, poderosa, y solo responderá a alguien que considere digno."**

El basilisco siseó de nuevo, acercando su enorme cabeza a Harry. Pudo sentir el aliento de la criatura, frío y húmedo, como un viento de ultratumba. Harry levantó la mano lentamente, con cuidado de no parecer amenazante, y la colocó sobre el hocico del basilisco. La piel bajo su palma era fría y escamosa, pero Harry no apartó la mano. En cambio, cerró los ojos y se concentró en proyectar su magia, en mostrarle al basilisco su verdadero poder.

**"Puedo destruirte si lo deseo,"** pensó, dejando que esa intención impregnara su toque. **"Pero no quiero hacerlo. Te ofrezco un propósito, un destino más allá de la mera supervivencia."**

El basilisco pareció sentir la fuerza de Harry, y por un momento, el tiempo se detuvo. La criatura no se movió, pero tampoco atacó. Estaba evaluando, sopesando la verdad de las palabras de Harry.

—No soy como los demás —continuó Harry, su voz baja y resonante—. Soy más fuerte, más sabio. Bajo mi mando, serás más que un guardián de esta Cámara. Serás una leyenda.

El basilisco emitió un siseo suave, casi como un ronroneo, y Harry supo que había ganado. La criatura estaba aceptando su liderazgo, no por miedo, sino por respeto.

**"Esto es solo el comienzo,"** pensó Harry, mientras retiraba la mano del hocico del basilisco. **"Con el basilisco de mi lado, no hay nada que me detenga. Riddle nunca podrá superarme."**

Pero incluso mientras se deleitaba en su victoria, una pequeña chispa de duda brilló en su mente. Sabía que, aunque había ganado esta batalla, la guerra estaba lejos de terminar. Riddle era ambicioso, inteligente, y no se rendiría fácilmente. Aunque ahora le juraba lealtad, Harry sabía que en el fondo de su ser, Tom Riddle siempre buscaría una forma de traicionarlo, de recuperar el poder que sentía que le pertenecía por derecho.

**"Debo estar un paso adelante,"** se dijo Harry, mientras ordenaba al basilisco que regresara a la estatua—. "Siempre vigilante, siempre preparado."**

Cuando el basilisco se deslizó de nuevo en la oscuridad de la estatua, Harry se giró y salió de la Cámara de los Secretos, su mente ya trabajando en los próximos pasos. Sabía que el basilisco era solo una pieza en su tablero, pero una pieza poderosa que, bien utilizada, le daría la ventaja definitiva sobre Riddle.

Al salir de la Cámara, Harry se encontró con Tom Riddle esperándolo en las sombras del pasillo. Los ojos oscuros de Riddle lo escrutaron, buscando algún signo de debilidad, alguna señal de que Harry no había logrado su objetivo.

—¿Y bien? —preguntó Riddle, su voz suave pero cargada de interés.

Harry lo miró directamente a los ojos, sabiendo que cualquier vacilación sería vista como una debilidad.

—El basilisco me sirve ahora —dijo Harry con una frialdad calculada—. Como deberías hacerlo tú, Tom.

Por un momento, el rostro de Riddle permaneció inescrutable, pero Harry pudo ver la chispa de respeto y, tal vez, un destello de temor en sus ojos.

—Siempre a su servicio, mi señor —dijo finalmente Riddle, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto de sumisión que, aunque cumplido, tenía un matiz de ironía.

Harry sonrió, consciente de la dualidad de la respuesta de Riddle. Sabía que Riddle nunca aceptaría ser un simple subordinado, pero también sabía que, por ahora, lo seguiría. La verdadera prueba vendría en el futuro, cuando sus caminos finalmente chocaran de manera irrevocable.

Mientras caminaba por los pasillos de Hogwarts, con Riddle a su lado, Harry sintió que el equilibrio de poder se inclinaba aún más a su favor. Pero también sabía que con cada victoria, los desafíos se harían más difíciles. La historia que estaba escribiendo con cada paso no sería una simple repetición del pasado; estaba forjando un nuevo destino, uno en el que él sería el verdadero señor de la oscuridad.

Y aunque la batalla por ese futuro apenas comenzaba, Harry Potter, bajo el nombre de James Evans, estaba decidido a ganarla. No solo por él, sino por todo lo que estaba en juego.
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