Los movimientos de Konan a través de los oscuros pasillos de la torre aquella noche eran tan anodinos como predecibles. Tras cumplir sus obligaciones habituales en la aldea, que incluían supervisar las actividades de los residentes de Ame y ocuparse de la negativa de Nagato a completar el papeleo, se dirigió a su habitación, buscando un espacio cómodo y aislado para relajarse. Ésta era simplemente la rutina habitual y anodina a la que se había acostumbrado... o más bien, lo era hasta hacía poco. La reciente incorporación a sus vidas y a las de Nagato ha provocado un cambio en esta rutina.
El Sr. Naruto. Era un individuo intrigante. Sus brillantes ojos azules mostraban una sorprendente combinación de entusiasmo y cautela. Su sonrisa era contagiosa, y su inquebrantable determinación de superación conquistó rápidamente a Nagato. Sin embargo, era evidente que ambas cualidades eran inicialmente más para su propio beneficio que para el de los demás. Estaba ansioso por causar una impresión positiva y demostrar su valía. Se esforzaba constantemente por justificar su presencia y su contribución, como si su futuro con ellos ya estuviera asegurado.
Konan sintió un dolor agudo e intenso en el corazón.
Independientemente de su motivación inicial para intervenir, Naruto ya le había demostrado en un periodo de tiempo relativamente corto que su valor superaba con creces lo que Konoha le había hecho creer, incluso más allá del valor fundamental que tenía como ser humano y que ellos parecían disminuir. Valoró su dedicación a desarrollar sus habilidades en beneficio de Nagato. Valoraba su comprensión gradual de lo que significaba vivir una vida relativamente normal entre individuos razonables. Simplemente, disfrutaba de su compañía.
Al oír unos débiles gemidos procedentes de su habitación, entró rápidamente para comprobar su bienestar. No detectó ninguna señal de chakra extraña o maliciosa y, al examinar la habitación, que estaba escasamente amueblada, nada parecía inusual. Centró su atención en el niño de nueve años, que estaba fuertemente envuelto en su manta, y observó que tenía la cara contraída por la angustia. Tras acercarse en silencio a su cama, se dio cuenta de que seguía dormido.
"Naruto", le llamó suavemente, dándole un suave codazo en el hombro. Sin embargo, al hacer contacto, él abrió inmediatamente los ojos y se apartó.
Ella se recuperó rápidamente de la conmoción inicial y observó cómo su mirada se iba centrando gradualmente a medida que se daba cuenta de lo que le rodeaba. No tardó en tenderle la mano para tranquilizarle.
"No pasa nada, no pasa nada", le dijo en tono tranquilizador, estrechándole en un abrazo reconfortante mientras se sentaba a su lado en la cama. "Sólo ha sido un sueño".
Naruto no le correspondió al principio, pero ella permaneció a su lado, frotándole suavemente la espalda hasta que por fin recuperó la compostura y le devolvió el abrazo. Permanecieron en esta posición todo el tiempo que Naruto necesitó para recuperarse de la pesadilla que estaba teniendo, cambiándose periódicamente para aliviar el dolor que aún sentía del entrenamiento de aquel día con Nagato. El profundo suspiro que acabó saliendo de él indicó que por fin se había recuperado.
"¿Estás bien, Naruto?" inquirió Konan una vez que pareció encontrarse lo bastante bien para conversar.
"Tuve un sueño en el que me llevabas de vuelta a Konoha", respondió, como si se arriesgara a decirlo. "No era lo bastante bueno".
Luchó valientemente contra las ganas de llorar y mantuvo la compostura, pero Konan no lo toleró y lo estrechó aún más entre sus brazos. "Naruto, quiero asegurarte que nunca haríamos algo así. Te lo prometo".
"Lo entiendo, pero...", empezó él, y ella respondió pasándole una mano por el pelo rubio y cubriéndole poco a poco el cuerpo con tiras de papel.
"Eres mi sol, mi único sol", cantó ella, colocándole las tiras de papel y acomodándole en posición recostada. "Me traes alegría cuando el cielo está gris".
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Naruto -La luna del amanecer
RandomCuando le encargaron a Jiraiya la tarea de localizar a Tsunade, no preveía que también descubriría en su compañía a un jinchuriki desaparecido hacía mucho tiempo de la aldea. Tampoco estaba preparado para el hecho de que llevase una capa de Akatsuki...