Capítulo 4: Trampa para serpientes

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Orochimaru nunca admitiría sentir ningún tipo de nerviosismo. No era el tipo de persona que se ponía nerviosa. Era precavido y cauteloso, ciertamente, pero cualquier profesional experto lo era. ¿Pero nervioso? Jamás. Eso era para los que carecían de la capacidad de defenderse adecuadamente, independientemente de contra quién o qué se enfrentaran.

Orochimaru no mostraba ningún signo de nerviosismo.

"Pareces algo pálido, Orochimaru", comentó la rubia con una sonrisa burlona que ya estaba haciendo hervir la sangre del invocador de serpientes. "¿Estás nervioso?

Orochimaru respondió con desdén: "¿Por enfrentarte a un novato? Me parece muy poco probable".

Era un insulto ser desafiado por un joven (sobre todo cuando dicho joven hacía bromas sobre su complexión), pero un joven que se parecía mucho al obstáculo que Orochimaru nunca podría superar, ni siquiera después de su muerte. Era algo más que un insulto, era una afrenta personal a su propia existencia que no toleraría. Independientemente de si tenía armas o no, vería cómo la vida se escurría de los ojos de aquel joven de un modo u otro.

Mientras tanto, Naruto disfrutaba hasta cierto punto de la situación. La creciente indignación en el rostro de Orochimaru, que hasta un ciego podía discernir, era una oportunidad que Naruto no podía desaprovechar. Parecía que la ira del hombre era contagiosa, y aunque Naruto no estaba seguro del motivo, no le preocupaba. Los oponentes emocionales a menudo cometían errores, y obligar a alguien tan astuto como Orochimaru a cometer errores y actuar de forma irracional era una estrategia crucial.

Sin embargo, esta estrategia tenía sus propios riesgos inherentes, como ilustra el viejo adagio sobre acorralar a una serpiente enroscada. No obstante, estaba dispuesto a asumir esos riesgos. Tenía la opción de pedir ayuda si la situación se volvía difícil.

"A pesar de mi relativa inexperiencia, soy capaz de llevar a cabo esta tarea", afirmó Naruto, con tono burlón, mientras hacía ademán de levantar los brazos y realizar lentamente los sellos con las manos, con la sonrisa en su sitio.

La sonrisa se mantuvo incluso cuando Orochimaru dejó de tolerar las burlas y golpeó el esternón de Naruto con el Kusanagi de un solo y rápido movimiento. El señor Orochimaru se habría dado cuenta de la mueca si no hubiera estado tan angustiado, al igual que se habría dado cuenta de que "Naruto" brillaba antes de que fuera demasiado tarde. El rubio procedió a ascender de forma espectacular, revelando así que había sido un Clon Sombra Explosivo desde el principio y expulsando a Orochimaru de la escena de una forma que recordaba a una figura de acción obsoleta desechada bajo la cama de un niño. El invocador de serpientes se esforzó por luchar contra el dolor y aprovechar el impulso para rodar y ponerse en pie, pero al final fue demasiado lento para esquivar al Kusanagi resplandeciente y potenciado por el viento en manos de la rubia.

Naruto atravesó con éxito la sección media de Orochimaru con su propia espada, poniendo fin a su existencia. La sonrisa de Naruto era un sol burlón que brillaba sobre la expresión estupefacta de Orochimaru. Sin embargo, la sonrisa finalmente hizo su salida y fue sustituida por el asco cuando empezaron a brotar serpientes de las dos mitades. Las serpientes se extendieron la una hacia la otra y se conectaron, juntando de nuevo el cuerpo del hombre y volviéndolo a unir rápidamente. Mientras tanto, una serpiente blanca solitaria utilizó la cubierta para escabullirse de la escena.

"Eso es bastante desagradable", comentó Naruto cuando el hombre empezó a toser incontrolablemente.

"¡Maldito seas!" siseó Orochimaru entre toses. Su recipiente le estaba fallando, y el uso de la Reunión de las Serpientes para volver a unirse sólo sirvió para agravar la situación.

Estaba algo impresionado e intrigado por el hecho de que el adolescente le hubiera engañado y superado tan completamente. Sin embargo, esta intriga era insignificante comparada con la rabia que sentía Orochimaru. Aquel muchacho no era sólo un degenerado bocazas que suplicaba que lo mataran; ahora era una amenaza legítima que había que neutralizar. Sin embargo, su estado actual le dificultaba hacerlo. No obstante, estaba lo bastante enfadado como para intentarlo. Otro capullo rubio y espigado se burlaba de él, y la falta del Kyubi le privó de la oportunidad de matar él mismo al último.

Naruto -La luna del amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora