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27 de Mayo del 2024 (Lunes) (Mismo día)

No pasó mucho tiempo antes de que anunciaran el final de las clases y les tocara a los alumnos partir a casa. J y V se encontraron en la salida, se quedaron viendo, como si esperaran que la otra comenzara la conversación.

—¿Qué esperas? ¿Acaso crees que me sé tú dirección? —reclamó V, cruzada de brazos.

—No es como si tuviera la obligación de llevarte de la mano. —dijo, con voz fría— Sígueme y no te pierdas.

V no dijo nada más. Se colocó junto a J, manteniendo una distancia prudente mientras ambas caminaban hacia la salida de la escuela. 

—¿Siempre caminas hasta tu casa? —preguntó la de pelo corto con curiosidad.

—No, suelo irme en moto o colectivo. Pero mi madre esta usándola, y no traje suficiente dinero  como para que subamos las dos. —contestó sin mirarla a la cara.

El camino hacia la casa de J estuvo envuelto en un silencio tenso, roto solo por el sonido de sus pasos sincronizados. Ninguna de las dos parecía dispuesta a ceder y entablar una conversación, pero el peso del beso forzado aún estaba sobre ellas como una sombra.

Mientras caminaban, el cielo empezó a nublarse rápidamente, presagiando una tormenta inminente. El viento se intensificó de repente, haciéndolas parpadear y entrecerrar los ojos. Justo cuando cruzaban una calle para llegar al otro lado, el ruido de un trueno retumbó en el cielo, seguido de un destello cegador. El estruendo fue tan inesperado y fuerte que V, por reflejo, dio un salto hacia adelante, chocando con J y agarrando su mano sin pensarlo.

—¡Mierda! —exclamó V, con el corazón latiéndole con fuerza.

J, sorprendida por el contacto repentino, no retiró su mano de inmediato. En lugar de eso, sus dedos se entrelazaron con los de V, aunque fuera de manera inconsciente. Ambas se miraron, y durante un breve instante, el silencio entre ellas no fue tenso, sino cargado de una extraña y confusa intimidad.

El viento volvió a soplar con fuerza, empujándolas a moverse. J recuperó la compostura rápidamente, soltando la mano de V con brusquedad.

—Vamos —dijo J, mientras comenzaba a caminar más rápido—. No quiero caminar bajo la tormenta. —continuó con la voz un poco más temblorosa.

V, aún algo sacudida por el trueno y el contacto inesperado, asintió y se apresuró a seguirla. Pero aunque la tormenta parecía amenazante, algo en el simple acto de haber tomado la mano de J se había quedado grabado en su mente, añadiendo otra capa de confusión a los sentimientos que ya la atormentaban.

El resto del camino lo recorrieron casi corriendo, con la amenaza de la lluvia inminente apurándolas. Finalmente, llegaron a la casa de J justo cuando las primeras gotas de lluvia empezaban a caer, y ambas se apresuraron a entrar, dejando atrás la tormenta, pero no el eco de lo que había sucedido entre ellas.

J abrió la puerta y, con un gesto de la cabeza, indicó a V que entrara primero. V pasó adentro con cautela, observando el interior de la casa. J cerró la puerta tras ellas, mientras el suave clic se escuchaba en el silencio del lugar. 

Sin decir una palabra, ambas caminaron hacia la sala, cada una sumida en sus propios pensamientos. El ambiente estaba cargado de tensión, y el sonido de sus pasos parecía resonar con un eco incómodo en la casa vacía.

V se dejó caer en el sillón, un poco rígida, intentando encontrar una postura que le resultara cómoda en un espacio que no era suyo. Mientras tanto, J permaneció de pie por un momento, observando a V con una expresión indescifrable antes de dirigirse a la mesa de centro, donde colocó su bolso con un movimiento brusco.

~¿𝘾𝙪𝙖𝙡 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙏ú?~ [𝓙 𝔁 𝓥]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora