Hadrian Salazar Riddle Y El Legado Heredado

Confiando

Aquel era un escenario de lo más raro.

El verde y el rojo combatían para ver quién perdía la seriedad primero. 

La magia se arremolinaba alrededor, magnífica, poderosa, abrasadora. 

Era como si quisieran reconocerte entre ellas. Cómo si estuvieran familiarizándose la una con la otra. 

Una danza de magia, tan magistral, una que solo los 4 magos ahí eran capaces de percibir.

-¿Qué? -dijo el menor de los 4 después de un rato en silencio, la incredulidad era palpable en su voz.

El mago de ojos rojos tomó una bocanada de aire, casi como si estuviera tomando valor para hablar.

-Quiero que vengas conmigo Hadrian Potter -Dijo, percibiendo como el menor hacía una mueca al oír su apellido 

-¿Por qué? 

-Tus...padres -Respondió el mayor con desprecio y burla en la voz -Fueron muy ingenuos al confiar en Dumbledore, el viejo estúpido creyó que tú hermano era el destinado a derrotarme...

-No es el...-murmuro el menor comprendiendo -Soy yo

El mago mayor asintió con la seriedad decorando todas sus facciones 

-Así es...tú eres el destinado a derrotarme -Coincide el mayor sin una pizca de temor, en ese momento poco importaba que el menor fuera consciente de su poder, poco importaba que estuviera en una casa Muggle, poco importaba que Dumbledore pudiera detectar su magia, nada de eso era irrelevante, porque él era consciente de que el niño lo estaba analizando en busca de la verdad- Sin embargo... ¿De verdad lucharás por el lado que te dio la espalda? 

El menor se quedó callado escrutando sus acciones con la mirada 

-Quieres mi magia -Adivinó el menor

-Al igual que la luz -Dijo el de ojos rojos restándole importancia a ese detalle - lo importante aquí es...¿lucharás por aquellos que te dieron la espalda, te repudiaron y te alejaron? O, ¿Vendrás con nosotros para hacerlos pagar? 

Y todos ahí podría jurar que un brillo de emoción cruzó por los ojos del menor antes de que este moldeara su expresión a una indiferente.

-No serás mi dueño, no te diré "mi señor" -Decretó el menor firme 

-No Hadrian, no lo seré -aceptó el mayor con una sonrisa divertida - Seré tu Tutor, serás mi heredero.

Ambos se volvieron a analizar, quizás midiéndose el uno al otro, quizás contemplando la veracidad en los ojos de cada uno, o quizás, simplemente ahí...pensando, y al final el mayor extendió su mano hacia dentro de la pequeña alacena.