Hadrian Salazar Riddle Y El Legado Heredado

Me encontró

Ese día había comenzado fatal para el pequeño Potter de ojos verdes como la esmeralda. Para empezar, su tío se había quemado con el café, y le había echado la culpa a él. Su tía le había dado más tareas de lo habitual y su primo no lo había dejado tranquilo ni un minuto.Un día horrible si le preguntaban a él.

Claro que tampoco podía quejarse, al menos no gracias a los ineptos de sus padres y al tonto de Dumbledore.

Suspirando pesadamente, el chico se dirigió a su pequeña alacena para dormir, sin imaginar que esa misma noche, todo su mundo daría un giro de 180 grados.

Hadrian James Potter era el nombre del pequeño.

Un chico extremadamente poderoso y lamentablemente abandonado por su familia. Hadrian no entendía qué era lo que había hecho para merecer ese trato de parte de su familia, pero cada vez los odiaba más.

Un sentimiento muy fuerte crecía en su interior, un sentimiento cargado de negatividad y de impulsos violentos para sus progenitores, solo quería hacerles daño.

Mucho daño.

Pero también se sentía culpable por esos sentimientos, él no era malo...sus padres eran malos. Pero aún así...¿Eso le daba el derecho de odiarlos?

¿Era, acaso, una justificación suficiente para todo el odio que crecía en su interior?No lo sabía.

Su intención no era reclamarles la guerra a sus padres o algo parecido, solamente quería entender, quería saber qué era lo que los había orillado a deshacerse de él como si nada.

Su magia bullía en su interior, furiosa, potente y vengativa, algo que se había vuelto costumbre desde que estaba ahí y pensaba en sus padres.

Su magia quería salir, quería salir y explotar todo a su alrededor, consumir todo lo que estuviera a su alcance...

Y entonces lo sintió, su magia estaba mucho más accesible que antes, estaba saliendo a flote su magia...

Era libre. Las barreras habían caído.

Pero eso solo podía significar dos cosas:

1) O sus padres se habían apiadó de él y lo habían extrañado...O2)Eran los mortifagos

Y sinceramente, dudaba que fuera la primera opción, lo que lo ponía más nervioso, ¿Que hacían los mortifagos ahí? ¿No se suponía que la casa estaba protegida? ¿O acaso estaba siendo muy paranoico?

Su corazón acelerado era lo único que podía escuchar en la oscuridad de la noche, o así era hasta que empezó a escuchar murmullos y pisadas.

Se encogió en un rincón de la alacena mirando la puerta de forma expectante, ansioso por lo que pasaría a continuación.

Y entonces, lo sintió, un aura mágica que llamaba su magia, un aura que se sentía perfectamente segura, una irá que le daba confianza, sin saber porque, permitió que su magia saliera y se encontrará con aquella fuente de magia tan segura. Dándose cuenta, de forma tardía, que aquello delataria su ubicación.

Su respiración se en te entrecorto cuando la puerta de abrió, frente a él estaba aún hombre que aparentaba la misma edad que su padre; James Potter.

Sus ojos eran rojos, su piel era clara y su cabello era negro, había personas atrás de él, todos con mascaras negras, pero hadrian lo ignoro, el estaba concentrado en el hombre frente a el, el hombre que, por alguna extraña razón, le transmitía paz.

¿Pero qué rayos hacía? ¿Porque estaba tan cómodo con la presencia de aquellas personas? El hombre frente a él era claramente Lord Voldemort, recordaba sus ojos con claridad, de aquella noche.

Entonces...¿Por qué rayos estaba curioso?

-¿Quién eres tú?

¿Esa había sido su voz? ¿Porque había preguntado algo que ya sabía? El miedo lo recorrió, seguramente el hombre estaba ahí para matarlo y él está siendo un mocoso ingenuo

-Yo...

El mayor se le quedó viendo y después se irguió, viéndolo fijamente.

-¿No deseas salir de este lugar?

El menor se le quedó viendo intrigado, sin una pizca de miedo que momentos antes lo había invadido

-Si -Respondió por fin después de un tenso silencio

¿Qué mosca le había picado? ¿Por qué, en nombre de Merlin, estaba hablando con Lord Voldemort? ¿Y porque tenía tanta paz? ¿No debería estar temblando de miedo?

-Entonces ven conmigo, déjame sacarte de aquí.

Sus ojos verdes recorrieron con recelo al hombre ¿Que, en nombre de todos los magos, estaba pasando?. Y, mejor aún, ¿Que se supone que debía contestar?