Desesperación de un Can-uto

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La furia estaba presente en sus ojos, su magia se arremolinaba alrededor de él, estremeciendo a todos los demás; dañándolos.


No porque el hombre frente a ellos estuviera lastimándolos. De ninguna manera.


Pero, venga, ¿Un núcleo completamente oscuro, liberado en medio de muchos núcleos blancos? Eso definitivamente era algo que afectaba a las demás personas, más si ellos eran el receptor de esa irá, y mucho más, si ellos mismos no sacaban su magia para defenderse. 


El ambiente se sentía pesado, enfermo, todas las denotaciones para decir que el ambiente no era el mejor, encajarían a la perfección con mi descripción.


Los únicos que no parecían afectados por dicho ambiente, eran 3 personas, un anciano, con una cara preocupada, tremendamente falsa, un hombre con cicatrices en el rostro y brazos, con cabello dorado, que lucía cansado, y el mismo hombre que estaba liberando su magia. Los demás, parecían enfermos o envenenados.


Su postura tensa no se relajaba, por muchos que los demás hablarán, tratando de apaciguar al hombre, lo único que lograban era hacer crecer su irá.


Las palabras de los demás llegaban vacías a sus oídos y el solo pensaba en lo mucho que desearía matarlos a todos. 


—Sirius, mi muchacho, por favor, sé razonable, no podíamos hacer nada, cuando llegamos ya era tarde, la casa ya estaba destrozada—


La voz de Dumbledore llegó a los oídos del Black y este solo lo vio con odio


—¿No podían hacer nada, Albus?— una risa estridente, llena de sarcasmo salió de su boca, era la típica carcajada Black, plagada de locura y descontrol, cosa que hizo a todos retroceder—¡Podrían haber evitado enviarlo lejos en primer lugar!


—Sirius...él estaba más seguro...—


—¡Si hubiera estado más seguro, Liliana Janeth, Evans él no estaría muerto!—


El grito resonó por toda la propiedad Potter, alertando al hijo menor del matrimonio, el cual llegó luego de un momento 


—¿Mamá, Papá? ¿Qué sucede?—


—No es nada, campeón—


—¿Nada? ¿¡Nada?! James Charles Potter, Tu hijo mayor muere y dices que...¿¡no es nada?!


—¿Qué Hadrian que?—


La voz atemorizada del menor se hizo oír y los mayores al instante ignoraron al Black para hablar al menor 


El adulto, de ojos grises, frustrado y dolido por la situación dio media vuelta y empezó a caminar a grandes zancadas fuera de la casa 


—¡Canuto! ¡Canuto! ¡Sirius! ¡Sirius, espera!—


Hadrian Salazar Riddle Y El Legado HeredadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora