—Después de un rato, Noketsu terminó de curar a Manjiro—.
Manjiro... ¿pendejo, qué te pasó?
—dijo Noketsu un poco enojada—.
Gracias, florecita... no sé qué haría sin ti
—Manjiro, con sus pocas fuerzas, abrazó a Noketsu—.
No digas nada… solo… abrázame
—Noketsu se sorprendió, pero no se alejó de él—.
Cuánto tiempo sin verte…
—Sanzu se acercó con un poco de celos a Manjiro y Noketsu—.
¿Qué están haciendo?…
—Noketsu se rió—.
¿Desde cuándo eres tan celoso, Drogo?
—Noketsu se acercó a Sanzu y lo abrazó—.
— Sanzu la miró y se rió—.
Sigues siendo enana… jajaja
—Noketsu lo miró y le dijo—.
Y tú sigues siendo drogadicto, y yo no digo nada .
—Sanzu le dio un pequeño golpe en la cabeza—.
¡Qué algodón de azúcar tan fastidiosa! Más bien, dime cómo viste a Manjiro
—Noketsu intentó no mostrar su preocupación, pero en su mirada se veía todo…—.
Ehm… Tengo que cuidarlo por unos días y estará como nuevo.