—Cuando Sanzu y Manjiro quedaron solos, Sanzu entabló una conversación con Manjiro—.
Manjiro... tengo que pedirte un consejo...
—Manjiro respondió, mirándolo a los ojos—.
Tranquilo… yo te ayudaré. Sanzu se sentó en el borde de la cama de Manjiro.—
No sé qué me pasa… cada vez que estoy cerca de ella… no entiendo qué me está pasando. Noketsu me está volviendo loco…
—Manjiro se sorprendió, pero a la vez tenía una cara con una expresión nostálgica y dijo—.
Deberías decirle lo que sientes.
—Sanzu respondió—.
No puedo, tengo miedo de dañar la poca amistad que tenemos… recuerda que antes éramos enemigos.
—Manjiro se acercó a Sanzu y le dijo—.
Entonces… intenta acercarte más a ella… aunque…
—Sanzu lo miró atentamente—.
¿Aunque qué?
—Manjiro se detuvo y luego dijo—.
No, nada.
—Manjiro salió del cuarto. Sanzu se quedó en el cuarto de Manjiro, sobrepensando para buscar una solución a lo que sentía. —
No vayas a llenar mi cuarto de humo!
—dijo Manjiro desde la sala.—
