—Noketsu miró seriamente a Sanzu—.
¿Ella? ¿A quién te refieres?
—Sanzu agachó un poco la cabeza, intentando ocultar su tristeza—.
Mi exesposa…
—Noketsu se acercó un poco a él—.
Uh, yo no sabía que tenías esposa… ¿Podrías decirme qué pasó con ella?
—Sanzu levantó la cabeza, mirando fijamente a los ojos de Noketsu—.
Yo… no sé si contarte…
—Noketsu se llenó de curiosidad al escuchar lo que él dijo—.
Tranquilo, puedes contarme… si quieres
—Sanzu le dijo a Noketsu
con una voz nostálgica—.Yo… yo la maté…
—Noketsu, al escuchar esas palabras, se sobresaltó un poco—.
¿Qué? ¿Por qué lo hiciste, Sanzu?
—Unas lágrimas se asomaron por los ojos de Sanzu—.
Hace unos dos años… Yo estaba fumando… y estaba bajo el efecto de esa droga… no sabía lo que hacía… Mi esposa estaba esperándome en casa durante la noche, cuando yo llegué, ella se enojó conmigo por fumar, y yo me enojé tanto… que tomé un cuchillo afilado que estaba cerca y lo clavé en su pecho… Pero minutos antes, le di una gran paliza… yo estaba bajo los efectos de la droga y no sabía lo que estaba haciendo… cuando pasó el efecto… Yo la vi tirada en el piso, inconsciente, y con una expresión triste en su rostro…
Al final, ella abrió los ojos débilmente y, al ver sus ojos llenos de lágrimas y dolor, mi corazón se rompió…
La intenté llevar al hospital, pero cuando llegamos, ella estaba muerta…
Ahora, la única forma de olvidarla es drogándome… Pero… tú… me recuerdas mucho a ella… tu sonrisa, tus ojos, la forma en que me tratas… en todo me recuerdas a ella… por favor, no me abandones, Noketsu.