Capítulo IV

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Gianna

—Piedra papel o tijeras, la que gana elige la cena y la otra debe cocinar.

—Vale.

Lo hacemos y gano en la primera.

—Listo, quiero pasta.

—No se vale es hasta tres veces.

—Haberlo dicho antes.

—¡Gianna!

Simulación estar ofendida pero solo le dura dos segundos.

—Esta bien, solo te lo dejo pasar porque también quiero pasta.

—De todas formas ibas a hacerlo o moriríamos de hambre, las pastas de aquí sin horribles.

—No me digas que …

—Si te digo.

—Ay por dios. No sabes cocinar.

—No— respondo mientras tomo una botella de mi gusto culposo.

Gaseosa  rica gaseosa.

Estoy permitiéndome muchas cosas que no pude en un año ¿Esta bien eso? Veremos ¿Tendrá consecuencias? También esta por verse, mientras tanto trato de no pensarlo los laberintos lúgubres que se construyeron durante estos últimos años en mi mente están muy bien hechos como para encontrar una salida fácil de ellos.

Un ruido repentino me saca de mis cavilaciones.

—Gi— Stella chasquear los dedos frente a mí.

—¿Qué?

—Porqué no sabes cocinar, tienes Dieciocho acaso no piensas en sobrevivir.

—Siempre se encargaron de cocinar para mi y no pienso en eso.

—Bueno, a ver ¿Qué pasta te apetece?

—Lasaña.

—Para nada complicada la niña.

—Por supuesto que no, culpa al gato gordo y naranja.

Se ríe y empieza a buscar las cosas.

—Primero hay que ver si hay…

—Lo que no hay se pide— tomo el móvil — creo que te has dado cuenta de que soy muy cómoda como para salir a hacer las compras.

Rueda los ojos pero luego se ríe.

                                           ♡

—No comprendo porque aun me busca. Raye su auto con una llave y prendí fuego sus trajes favoritos.

—¿Y aun la demente soy yo por practicar parkour?

—No estoy demente, estaba despechada que es diferente.

—Puede ser, pero eso no importa.

—¿Que cosa?

—Lo que sea que hayas hecho, no implica que te olvide o he deje atrás.

—¿Pero porque?

—Porqué eres de esas personas magnéticas difíciles de olvidar, cuyo nombre quedará grabado en tu mente, tu energía hace que te aprecien de lejos o de cerca pero sin perderte de vista.

—No te creo.

—Mírame a mi, no te conozco pero cada que mire a las estrellas recordaré que una noche en un balcón conocí a una chica llamada Stella quien era tan espontánea que juntas nos escapamos de la ciudad al día de conocernos.

Cadenas De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora