Otra semana comenzaba y, para Harry, estaba llena de emoción y nerviosismo. Ana había logrado inscribirlo en la academia del norte, lo que le dio a Harry la oportunidad de convivir con otros niños de su edad, alejándose por primera vez de su identidad como príncipe y simplemente siendo una persona normal como todos.
Sin necesitar una alarma, Harry fue el primero en levantarse y bajar a desayunar. Estaba demasiado emocionado como para quedarse en cama.
—Hijo, ¿qué haces aquí tan temprano? —preguntó Ana al entrar al comedor.
— ¿Primer día, lo olvidas? —Respondió Harry con la boca llena de pan—. Tengo que dar una buena impresión.
—Hijo, créeme, con que sepan tu apellido ya darás una buena impresión —comentó su abuelo Max, guiñandole el ojo.
—Eso es porque es tu apellido, abuelo —Harry le guiñó el ojo con una sonrisa.
—Vale, lo entiendo. Solo procura no escuchar lo que la gente diga, ¿está bien? —Ana lo miró con una mezcla de preocupación y orgullo—. Oh, y mantente cerca de Caty por si acaso.
.
Cuando llegaron a la academia, varios niños señalaron a Harry como si fuera un animal de circo.
—Le dije a mi madre que era mejor disfrazarme para no llamar tanto la atención —. Harry miraba a todos los niños, nervioso.
Sir Steven estaba a punto de salir del auto cuando Harry habló.
—Vamos, Sir Steven, por favor, no hables con el director como madre dijo que lo hicieras —suplicó Harry.
—No puedo, amo. Órdenes de la reina: tengo que decirle al director que no lo regañe, lo trate con respeto y que lo cuide mucho porque es su bebé —estableció Sir Steven en un tono frío.
— ¿Y no se puede hacer una excepción? —Sir Steven negó con la cabeza—. Oh, por favor, los niños no me hablarán. Por favor, no le diré a nadie y prometo llegar ileso a casa —juntó sus manos, suplicando.
—No puedo comprender por qué esos jóvenes no desearían comunicarse con el heredero de Inglaterra. Además, no puedo, amo, lo siento mucho. Órdenes de la reina.
Pero yo soy el heredero..., pensó.
—Sir Steven —habló en un tono frío—, le ordenó que no salga conmigo.
Sir Steven comenzó a reír.
—Es muy joven aún para darme órdenes, amo. Ya llegará su turno de volverse rey, pero está bien. Vaya ahora o no alcanzará su lugar. Llegué ileso a casa, por favor.
—Oh, gracias, Sir Steven —Harry salió a toda prisa del auto.
— ¡Majestad, espere! —Gritó desde el interior del auto—. La corona.
Le entregó al príncipe una corona dorada con toques plateados.
—Ah, gracias, casi la olvido —dijo Harry con desprecio mientras se ponía la corona.
¿Dónde estará Caty?, se preguntó a sí mismo.
Al llegar a la entrada, un hombre calvo y algo corpulento lo estaba esperando.
— ¡Oh, príncipe Harry, qué sorpresa! —dijo, haciendo una reverencia. A Harry no le gustaban las reverencias; se le hacían algo muy tonto—. ¡Qué alegría verlo en la escuela! La dirección y yo estamos muy sorprendidos por sus notas —dijo el director, mirando detrás de Harry, esperando ver algún guardaespaldas. Para su alivio, no estaban—. Veamos... Aquí está, Harry Gastrell —el hombre le entregó un papel con su aula nueva y sus horarios.
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LA CORONA DE LA LIBERTAD
AdventureEres un Gastrell... su pasado siempre correrá junto con el tuyo.