capítulo 10

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Unos días después de la partida de su madre, Harry se encontraba sumido en la soledad, extrañando profundamente tanto a ella como a sus amigos. En su habitación, estaba entretenido en la lectura de un libro que Ihan le había recomendado, cuando un golpe en la ventana lo sacó de sus pensamientos.

—Ihan, ¿qué haces aquí? —preguntó Harry, abriendo la ventana.

—Hacemos, no vengo solo —respondió Ihan con una sonrisa mientras ayudaba a Caty a subir por la ventana.

—Venimos a darte un regalo adelantado de cumpleaños —anuncio Caty con un aire decidido—. Sabemos que no te dejan ver a Ihan, así que diremos que estaremos en mi casa. ¿Te parece? Si dices que no, aun así lo haré.

—Supongo que no tengo otra opción —dijo Harry, con una sonrisa agradecida.

Caty salió para tocar el timbre del castillo, y desde arriba, Harry escuchaba como ella hablaba con Isabel.

—Si me permite llevármelo, para calmar esas actitudes que Ihan le causó. Le prometo que deje de tener comunicación con él desde que me enteré de que la reina no lo aprueba.

—Se siente raro que hablen de este modo de mí —susurró Ihan, con una expresión melancólica.

—Sabes que te queremos —lo consoló Harry, abrazándolo con ternura.

Finalmente, Caty logró convencer a Isabel. Los tres amigos se dirigieron a una plaza cercana. Harry se puso unos lentes por seguridad, y pasaron el día jugando, viendo películas y disfrutando del tiempo juntos. Caty aprovechó para comprar algunas cosas para Harry, tratando de animarlo. Casi al final del día, decidieron ir a un restaurante tranquilo con poca gente para disfrutar de una comida en paz.

—Harry, deberías hablar con tu madre sobre mejorar los orfanatos —sugirió Caty mientras comían—. Es algo que podrías hacer para esos niños. Incluso yo podría ser voluntaria para ayudar.

—Yo también estaría dispuesto a ayudar —añadió Ihan, mordisqueando su comida.

De repente, la radio del restaurante comenzó a emitir un sonido estático que sobresaltó a todos.

—Noticias de último momento —anunció un reportero desde la radio—. Se informa que a las 10:50 pm, la reina Ana Gastrell ha sufrido un accidente en carretera junto con su compañero Leonel Shallow...

La noticia dejó a todos en estado de shock. Un hombre aumentó el volumen de la radio para escuchar mejor.

—Se dice que han sido emboscados. Las autoridades están en el lugar del accidente para investigar. Esperamos que la reina Ana y el señor Shallow estén bien.

— ¿Madre? —Harry sintió su corazón latir con fuerza, un miedo helado en su pecho.

— ¿Padre? —Caty estaba sorprendida y horrorizada por la noticia.

Sin pensarlo, los tres amigos corrieron de vuelta al castillo, dejando el dinero en la mesa. Al llegar, Ihan entró por la ventana mientras Harry y Caty se apresuraban por la entrada principal. Todos los empleados estaban en la entrada, con expresiones de consternación.

—Abuela, madre está en problemas, tenemos que ir —dijo Harry, buscando desesperadamente a Isabel.

—No podemos hacer nada, Harry. Solo nos queda esperar. Si la trasladan a Inglaterra, iremos a verla —respondió Isabel, con una calma inquietante—. Sube a tu habitación.

— ¡Pero abuela, tenemos que ir! —explotó Harry, incapaz de contener su angustia.

— ¡Hay un asesino suelto, Harry! Si vamos, podríamos poner en riesgo nuestras vidas. ¡Sube a tu habitación!

Resignado y preocupado, Harry tomó la mano de Caty y subieron juntos.

—Mi padre está herido en algún lugar y no puedo hacer nada —sollozó Caty, llorando en los brazos de Harry.

Ya en la habitación, Ihan trató de consolar a Caty, haciéndola sentar en la cama.

—Cálmense. Solo nos queda esperar a que estén bien... —dijo Ihan, tratando de mantener la calma a pesar de su evidente nerviosismo.

Los amigos se sentaron juntos en la cama, esperando ansiosamente cualquier noticia. Veinte minutos después, la radio volvió a sonar.

—Noticias de último momento. La reina Ana y el señor Leonel han sido llevados al hospital de Inglaterra en estado grave. El conductor del vehículo sufrió un mareo y expulsó un líquido negro antes de fallecer...

— ¿No son los mismos síntomas que tuvo tu abuelo, Harry? —preguntó Ihan, con los ojos llenos de preocupación.

Sin pensarlo, los tres amigos bajaron corriendo las escaleras. Sabían que la situación era crítica, pero intentaron desechar cualquier pensamiento negativo. Al llegar abajo, Isabel estaba esperando a Harry.

— ¿Qué haces aquí, niño? —Señaló a Ihan—. ¡Guardias, saquen a este niño de aquí!

Dos guardias tomaron a Ihan y lo llevaron hacia la salida.

— ¡Está bien! ¡Vayan a ver a sus padres! —gritó Ihan mientras lo sacaban, su voz cargada de desesperación.

Al llegar al hospital, una multitud de periodistas los rodeaba.

— ¡Fuera de mi camino, mi madre está herida! —gritó Harry, con la ira y el pánico en su voz.

Tomó a Caty de la mano y corrieron buscando desesperadamente a sus padres. Recorrieron todas las habitaciones y plantas del edificio sin éxito. Finalmente, en el último piso, encontraron a un doctor cubierto de sangre, agotado mientras se quitaba el cubre bocas.

— ¿Dónde están Ana Gastrell y Leonel Shallow? —preguntó Harry, su voz temblando de desesperación.

El doctor se quedó en silencio por un momento, antes de hablar con una tristeza evidente.

—Lo lamento mucho, pero Ana y Leonel han fallecido. Sus heridas eran demasiado graves y perdieron mucha sangre. Intentamos reanimarlos, pero no fue posible...

El desgarrador grito de Caty resonó en el pasillo mientras se desplomaba de rodillas, sollozando sin consuelo.

— ¡NOOO! —clamó, con lágrimas que corrían sin detenerse—. ¡Por favor, dígame que no es verdad, que está bien, se lo ruego!

Isabel y Madame Silvia llegaron corriendo, y al ver a Caty llorando, comprendieron de inmediato la magnitud de la tragedia.

Harry sintió un vacío inmenso en su estómago. La pérdida de su madre, la persona que había estado a su lado en cada paso, le dejó un dolor insoportable. Ahora estaba solo, sin el apoyo y la guía de sus padres. El mundo que conocía parecía desmoronarse, y la idea de convertirse en rey a solo días de cumplir 16 años le parecía abrumadora e inalcanzable. La responsabilidad del trono pesaba sobre sus hombros de manera aplastante, y se preguntaba cómo podría enfrentar el futuro sin la fortaleza de sus padres a su lado.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo se enfrentaría a la realidad de convertirse en rey tan joven?

LA CORONA DE LA LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora