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El plan de Lord Trebhallion para conseguir que Lady Eyra, bajo los efectos del amarre, desmantelara parte del consejo de brujos radicales, había sido un éxito. Lena se encontraba en la biblioteca del palacio de los Trebhallion exponiendo lo sucedido.
—¿Dices entonces que encontraste el Tha-nak entre sus pertenencias? —preguntó incrédulo Trebhallion.
—Así es—respondió Lena.
—No consigo encajar esa pieza... ¿Para qué lo querrían utilizar? Y, dime, ¿cómo reaccionaron los kafne?
—Mal. Muy mal. Creyeron que Lady Eyra había sido una especie de agente doble en esa guerra. No dudaron en ir contra ella y sus guardas. Los pobres no tuvieron nada que hacer. Fue un espectáculo visual, pero silencioso. No armaron escándalo alguno.
—No esperaba que la mataran, pero nos hará ganar aún más tiempo. Si los kafne no tienen el apoyo de la familia de Eyra, los Khalvinger, esos brujos no tienen fuerza militar ni en el norte ni aquí, en el este.
—Hay que mantener el orden así, sin llegar a provocar otra guerra.
—Eso es, Lena, eso es.
—También mencionaron al Zonek.
—¿Cómo dices? Zonek... Un momento– Trebhallion estaba pensando en voz alta—. ¡Tzomec! ¡Hija de los mil vientos que acuchillaron a Krashen!
—¿Se-señor? ¿Qué o quién es Tzomec? —Lena no entendía esa reacción.
—¿Tienes aún algún objeto que perteneciera a Lady Eyra?
—Sí, un pañuelo.
—Pues trae el Tha-nak. Y agua de lavanda.
—Mi señor, el amuleto kafne sirve para encontrar al verdugo, y sabemos quiénes fueron. Es cierto que nos permitirá vigilarlos y ver por dónde se mueven, pero podría haberlos seguido sin el amuleto.
—No me interesan ellos. Vamos a hacer una visita a Tzomec. Lleva años escondiéndose de mí. Hasta que he encontrado a alguien en común. Vas a extraer la esencia de Lady Eyra de su pañuelo utilizando el agua de lavanda. No es tan potente como su sangre, pero tendrá que bastar. Espero que mi sangre compense lo suficiente para que nos permita encontrar a ese malnacido.
—¿Es brujo también, mi señor?
—Digamos que es un viejo enemigo de los Trebhallion. Además, me supera en inteligencia. Puede tener algún as bajo la manga para hacer que me posicione en su bando.
El rostro de Hato temblaba de manera prácticamente imperceptible, sólo apreciable a la atenta mirada de Lena. Se le revolvía el estómago de sólo pensar en ese Tzomec. Le había hecho la vida imposible y ahora, regresaba de nuevo.
Lena no había visto a su señor tan alterado en años. No imaginaba quién debía ser ese enemigo o cuánto poder albergaba como para poder perturbar a Lord Trebhallion. No se lo pensó ni un segundo más y fue a disponerlo todo para comenzar el ritual de activación del Tha-nak. Extrajo cuidadosamente la esencia del pañuelo, apenas unas gotas para introducirlas en uno de los salientes de la espiral metálica que conformaba la estructura del amuleto. Cuando todo estuvo preparado, mandó a un sirviente a por el Lord.
—Lena, ven, acompáñame. Vamos a ir al patio de ajedrez.
—Pensaba que sería conveniente realizar el ritual bajo techo, milord.
—Hay un paso del ritual que no aparece escrito en casi ninguna parte. Requiere de un sacrificio. Nada quiere dejar constancia de esto. Prefieren dejarlo ver como un efecto secundario imprevisto. Aunque todos sabían perfectamente que era un requisito.
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Koldun
FantasyEl Reino de Rhig verá su sino truncado por las violentas turbulencias que se generan en torno al poder de los Brujos Supremos. Defender una visión puede, irónicamente, hacer que todo avance en el sentido contrario. Y en el ojo del huracán, se encuen...