En Solvia había una noria gigante de agua. Era muy llamativa y, al contrario de lo que cabría esperar dadas sus dimensiones, producía un sonido muy suave y relajante. El centro de la ciudad estaba repleto de tiendas que tenían por nombre algo relacionado con la noria. Una de las tabernas más famosas del lugar, estaba construida excavada en piedra de manera que rodeaba la parte alta de la noria, de modo que los comensales podían ver el agua caer a través de un cristal. Era la construcción de mayor altura de toda la ciudad.
—A Luca le habría encantado esta ciudad—comentó Kilian recordando a su difunto aprendiz.
—Ya lo creo... Pero, ¿y a quién no? Esto es precioso. ¡Aunque Neralia tiene su encanto rural! Pero una cosa no quita la otra...
—El pobre muchacho siempre quiso viajar. Y no me atreví a sacarlo de aquellos muros.
—Estuvo contigo unos dos años, ¿no?
—Más o menos, sí. Casi tres.
—Supongo que uno nunca está preparado del todo. Como decía mi abuela, donde está el cuerpo, está el peligro.
—Así es, quizás lo protegí demasiado... O no lo suficiente, según se mire.
—Bueno, vamos a centrarnos en encontrar cómo activar ese dichoso amuleto de nuevo. ¿Por dónde estaba la biblioteca que conocías?
—Por el noreste de la ciudad, pero antes vamos a ir a comer. Necesito un buen asado.
—¡Costillas! —La boca se le hacía agua a Élan.
Entraron en la taberna que rodeaba a la Noria. Tenía forma de Y. Encontraron mesa en uno de los extremos. Alrededor había gente hablando sobre el panorama actual del reino.
—¡Pues yo sí creo que los kafne pueden traer gloria al reino! —dijo un señor mayor.
—¿Pero de qué gloria hablas? No estamos en guerra y no necesitamos entrar en ninguna—espetó uno de sus amigos.
—¿He hablado yo de guerra? ¡Nadie ha hablado de guerra! Los condados que he visto gobernados por brujos kafne prosperaban más que los de los vecinos. Un reino rico es un reino lleno de oportunidades para sus habitantes.
—Sí, en teoría sí. Salvo que una vez que tengan toda esa riqueza en sus manos, se lo piensen mejor y decidan quedársela para ellos en lugar de compartirlo con el pueblo. Que no sería la primera vez...
—No sería la primera vez con los gobernantes, ¡pero sí con los kafne! ¡Aún no han defraudado a nadie!
—¿Acaso no perdiste a la mitad de tu familia por su estúpida guerra civil de brujos?
—Pues como tú en la anterior donde sólo había personas como tú y como yo.
—A ver, ¿habéis arreglado ya el reino y podemos hablar de otro tema, o todavía os queda algo en el tintero? —El tercer amigo que se había mantenido al margen hasta ahora intentó zanjar el asunto.
En cuanto terminaron de cenar, se levantaron y se dirigieron a la salida. Antes de cruzar la puerta, Kilian se encontró con un rostro conocido que también iba en la misma dirección. Era Susanne, su amiga de la infancia. Era ella a quien esperaba encontrar en la ciudad, y fue una grata sorpresa saber que seguía allí y que estaba bien. Crecieron juntos durante un par de años, hasta que la familia del brujo se tuvo que mudar de ciudad. A pesar de haberse tratado de muy niños, la recordaba con cariño. Sabía que se convertiría en una mujer muy inteligente y que tendría oportunidad de crecer en importancia en su comunidad. Venía de una familia influyente.
—Susanne—Ella se giró—. ¡Susanne!
—Disculpad, os habéis confundido—Puso la cara más seria que pudo poner e intentó pasar al brujo, chocando su hombro contra él.
ESTÁS LEYENDO
Koldun
FantasyEl Reino de Rhig verá su sino truncado por las violentas turbulencias que se generan en torno al poder de los Brujos Supremos. Defender una visión puede, irónicamente, hacer que todo avance en el sentido contrario. Y en el ojo del huracán, se encuen...