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Susanne metió sus manos en la columna de arena y la hizo descender poco a poco. Los que estaban sobre ella apenas se vieron afectados por el desplazamiento. Kilian seguía inmovilizado por los brazos de sombra de Hato; Lena estaba inconsciente. Su padre, blandía la espada firmemente. La torre se deshizo lentamente, fundiéndose con el suelo donde se encontraba Susanne. Ahora se encontraban todos a la misma altura.

—Ahora es el momento de absorber la desesperación de Lena. Más de veinte años esperando este momento, padre.

—Y demasiado sufrimiento en el camino. No es lo que yo pretendía, pero no he encontrado otro camino—Alzó la mano y la espada se despegó, flotando en el aire con el filo hacia abajo.

—Si ella ha sido imparable sólo con la bendición, los Trebhallion podremos dominar sobre todas las tierras.

—Exhar, absorbe su energía—La hoja de la espada penetró la caja torácica de Lena como si fuera mantequilla.

Al principio todo se mantuvo tal cual estaba, hasta que la atmósfera alrededor de la espada se empezó a oscurecer. En ese instante, Lena abrió los ojos de par en par y empezó a gritar sin control.

La espada aumentó su tamaño a la vez que se producían destellos rojizos. La hoja triplicó su anchura, tenía tres líneas negras que la recorrían de arriba abajo.

Lena estaba inmovilizada en el sitio, reviviendo todos los eventos de los últimos veinte años que se había visto obligada a llevar a cabo por orden de Trebhallion, toda la gente que había tenido que matar. Las lágrimas bañaban su cara. Ahora el color de Exhar, la espada ceremonial, adquirió un tono rojo burdeos.

Hato fue hacia la espada y la sacó con una mano. Lena empezaba a recuperar el control sobre su cuerpo, pero sólo conseguía rodar ligeramente sobre sí misma; estaba sufriendo un ataque de ansiedad y no podía moverse por ello. Pasaba su mirada de Kilian a su brazo amputado y vuelta al brujo, a una velocidad frenética; los pensamientos se agolpaban en su cabeza.

En ese instante, Lord Trebhallion, que se estaba girando hacia su hija Susanne, fue atacado. Le habían hecho una herida superficial, pero lo suficiente como para que sangrara.

—¡Padre! —Miró al brujo, pero éste seguía capturado por las garras de sombra.

—No te preocupes. Sólo es un rasguño. Tenemos lo que necesitamos.

— ¿Qué ha ocurrido?

—Yo—dijo una voz que retumbó en sus cabezas, pero que no consiguieron ver de dónde procedía.

—¡Ha hecho que Lena se duerma! ¡Ha sonado como un chasquido!

—Susanne, eso ya da igual. Ya tengo lo que necesitaba.

—¡Mira al brujo! ¡Están cayendo gotas de sangre sobre su piel!

—Es la sangre de los Trebhallion—El Lord se pasó el dedo índice por la herida que le habían hecho.

—Eso está mejor—dijo Kilian al sentir que las garras de sombra lo liberaban al detectar éstas la sangre de Hato en él.

—Nos retiramos. Quédate con tu amiga y con tu ente protector. No necesito nada de esto—dijo Hato con intención de irse.

—Demasiado tarde—Se escucharon dos palmadas y se hizo de noche.

Se quedaron todos paralizados viendo el entorno. Nadie entendía qué estaba sucediendo. Era de noche, con un cielo estrellado y totalmente despejado. Además, reinaba el silencio; la gente había desaparecido.

Había Luna llena, y todos se quedaron observándola, hasta que escucharon dos palmadas de nuevo. Cuando bajaron la mirada del cielo, se dieron cuenta de que el entorno había cambiado. Se encontraban en campo abierto, en un claro muy amplio en mitad de un bosque de hayas.

KoldunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora