Cuatro: El Coqueteo Del Vecino

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Estoy durmiendo cuando el timbre de mi celular comienza a sonar. Sin ver la pantalla, contesto y me llevo el teléfono al oído.

– Diga.

– Amor, ya casi llego.

– ¿A dónde?

– ¿Cómo que a dónde? -suspira- No me digas que lo olvidaste.

– ¿Olvidar qué?

Me siento en la orilla de la cama, tratando de coordinar mis pensamientos.

– Sabes que, olvídalo. Hablamos cuando llegue.

Sin más, corta la llamada. Me quedo pensativa por unos minutos mientras observo la pantalla. Lo primero que llama mi atención es la fecha: 10 de agosto. Algo me hace clic en mi cerebro y vuelvo a mirar la fecha. ¡10 de agosto! Grito a la par que me levanto corriendo al baño y tomo la ducha lo más rápido que puedo, me visto con lo primero que veo en mi ropero y bajo corriendo a limpiar el desastre que hay en la planta baja.

¿Cómo es que se te pudo olvidar esta fecha, Lidian?, me reprocho mentalmente mientras recojo el desorden.

No he recogido ni la mitad cuando escucho que tocan la puerta. Voy hacia ella y abro. Me encuentro con mi novio sosteniendo un hermoso ramo de rosas blancas.

– Hola, amor -dice con una sonrisa y me da el ramo de rosas

– Feliz día, amor -digo, haciéndome a un lado para que pase. David pone los ojos en blanco y me da un tierno beso en los labios antes de pasar dentro de la casa. Cierro la puerta y lo sigo.

– No actúes como si lo hubieses estado esperando, amor -dice.

Agacho la cabeza con vergüenza. Nunca antes se me había olvidado una fecha especial, y menos nuestro aniversario.

– Perdón, amor -digo.

Llegamos a la sala y él se gira, quedando frente a mí, y me toma de las manos.

– No, amor, perdóname tú. Has pasado por mucho estos meses y la verdad es que yo tampoco te lo recordé -dice.

– Gracias -respondo.

El me suelta de las manos y me levanta la barbilla para que lo mire a los ojos.

– Amor, no hay nada que agradecer. Recuerda que siempre estaré para ti.

Al ver esos hermosos iris grises, sin ningún rastro de molestia, me dan ganas de abofetearme. "¿Cómo es posible que este chico sea tan comprensivo, aún después de que yo haya olvidado nuestro aniversario?" Mi corazón comienza a latir rápidamente, mientras siento que mi cuerpo me pide que esté más cerca de él. Haciendo caso a lo que mi cuerpo me pide, tomo su rostro entre mis manos y me pongo de puntillas para besarlo.

El beso es lento y lleno de amor al principio, pero al pasar los segundos se vuelve más intenso. Y comienzo a sentir la necesidad de mezclarme con él. Con las manos temblorosas, le quito la camisa y la arrojo al suelo. Él comienza a bajar los tirantes de mi vestido cuando el sonido de toques en la puerta nos obliga a separarnos.

– ¿Esperas a alguien, amor? -pregunta.

– No -contesto mientras miro a la puerta.

– Tal vez escuchamos mal -dice.

Esperamos un par de minutos, y al no oír nada más, David vuelve a besarme.

– ¿En qué nos quedamos? -pregunta cerca de mis labios.

Estoy por besarlo nuevamente cuando vuelven a tocar la puerta. Frustrada, me levanto, me arreglo el vestido y abro la puerta. Me encuentro con mi vecino, que me sonríe como la primera vez que lo vi, mientras sosteniene una taza.

– Una disculpa, vecina, pero quería saber si... -dice.

– ¿Y este quién es? -pregunta una voz detrás de mí.

Me giro y veo a mi novio con el ceño fruncido, mirando con enojo al chico que está frente a mi puerta.

– Él es Valtor, mi vecino -explico.

– Mucho gusto, Valtor. Yo soy David, el novio de Lidian -dice David, pasando una mano por mi cintura.

Valtor mira cómo David posa la mano en mi cintura, y yo me siento incómoda. Retiro la mano, y parece que los ojos de Valtor brillan por la acción.

– Bueno, un gusto. Espero no haber interrumpido algo muy importante -dice Valtor, recalcando las últimas dos palabras.

Para evitar que se produzca una discusión, contesto antes de que David lo haga:

– Claro que no, ¿necesitabas algo?

– Sí, gustó, estaba por pedirte una taza de azúcar -dice Valtor mientras mira fijamente a mi novio.

– ¿Azúcar? -pregunta David.

– Claro, voy por ella -digo.

Extiendo mi mano para que Valtor me dé la taza que trae entre las manos. Valtor deja de mirar a David y me extiende la taza, que rápidamente tomo. Voy hacia la cocina, lleno la taza con azúcar lo más rápido que puedo y regreso rápidamente. Al entregársela, Valtor se despide con un "nos vemos luego" con tono burlón y se va.

En ese momento, mi novio me toma de la muñeca y me jala hacia dentro de la casa.

– ¿Qué fue eso? -pregunta David, molesto.

– ¿Disculpa? -Contesto.

– Te estaba coqueteando y tú parecías encantada-me acusa.

– No sé de qué me hablas -digo indignada.

– Claro que lo sabes, Lidian -dice David.

– No, no lo sé y te voy a pedir que seas claro. De lo contrario, no me reclames, porque suena extraño, pero yo no sé leer la mente -contesto molesta.

Al ver mi reacción, parece que se da cuenta de que acaba de arruinar el día. Me da un beso en la frente, murmura una disculpa y se va sin decirme nada más, dejándome sola.

Adiós, festejo -digo en un susurro

La Maldición Del Tesoro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora