Después del breve recorrido por el hospital, la enfermera que los había recibido los condujo a una sala especial. La habitación, sencilla pero impecable, estaba equipada con varios lavabos y dispensadores de jabón antibacteriano. Una gran ventana permitía que la luz natural inundara el espacio, creando un ambiente tranquilo.—Antes de entrar a la sala de los niños, es importante que todos se laven bien las manos —indicó la enfermera, su tono amable pero firme—. Esto ayudará a proteger a los pequeños, cuyos sistemas inmunológicos están muy comprometidos. Es un paso simple, pero vital.
SeokJin, HoSeok, NamJoon, y los demás voluntarios asintieron, acercándose a los lavabos. SeokJin se colocó junto a HoSeok, quien estaba tarareando una melodía suave mientras abría el grifo.
—Parece que cada pequeño detalle cuenta aquí, ¿verdad? —comentó HoSeok, manteniendo su habitual tono alegre, pero con una nota de seriedad que no siempre mostraba.
—Sí, y a veces esos detalles marcan una gran diferencia —respondió SeokJin, frotando sus manos bajo el agua tibia—. Es increíble cómo algo tan sencillo como lavarse las manos puede ser tan crucial.
NamJoon, que estaba en el lavabo de al lado, asentía mientras se aseguraba de limpiar cada rincón de sus manos.
—La salud de estos niños es tan frágil que incluso una pequeña infección puede ser peligrosa —dijo NamJoon, su voz reflejando la gravedad del asunto—. Por eso debemos ser muy cuidadosos.
Uno de los voluntarios, un chico llamado Jimin, que solía ser tan entusiasta como HoSeok, se unió a la conversación.
—Es un recordatorio de lo mucho que damos por sentado, ¿no creen? —Jimin sonrió ligeramente, aunque sus ojos mostraban un destello de tristeza—. Estar aquí me hace apreciar más lo que tenemos.
La enfermera los observó con una mirada de aprobación mientras continuaban lavándose las manos.
—Lo que están haciendo hoy puede parecer pequeño, pero para esos niños, significa el mundo —dijo, su voz cargada de gratitud—. Unas manos limpias son el primer paso para llevarles un poco de alegría y normalidad.
SeokJin terminó de enjuagarse y sacudió el exceso de agua antes de secarse con una toalla desechable.
—Entonces, hagamos que valga la pena —dijo SeokJin, mirando a sus compañeros con determinación.
La enfermera sonrió y les hizo un gesto para que la siguieran.
—Están listos. Vamos a darles a esos niños una tarde inolvidable.
Con las manos limpias y los corazones llenos de determinación, SeokJin y los demás voluntarios salieron de la sala, listos para llevar un poco de luz a los pequeños pacientes, sabiendo que incluso los gestos más pequeños podrían tener un impacto profundo.
La habitación donde se encontraban los pequeños pacientes estaba decorada con colores suaves y cálidos, pero había algo en la atmósfera que era innegablemente triste. Las paredes estaban adornadas con dibujos infantiles y algunas guirnaldas de papel, probablemente hechas por los mismos niños en días más tranquilos. Las camas, aunque pequeñas, estaban llenas de almohadas y mantas coloridas, un intento claro de añadir un toque de normalidad en un lugar donde la enfermedad era la realidad diaria.
Los niños en la sala eran de diferentes edades, pero todos compartían un aspecto en común: la fragilidad. Algunos tenían la cabeza completamente calva debido a la quimioterapia, mientras que otros aún conservaban mechones finos de cabello. Sus rostros, marcados por el cansancio y la lucha, mostraban una mezcla de esperanza y resignación. Algunos estaban acompañados por sus padres, quienes ofrecían sonrisas tristes pero alentadoras.
A pesar de su evidente debilidad, los ojos de los niños se iluminaron un poco al ver entrar a los voluntarios. Era como si la presencia de estos nuevos rostros trajera un soplo de aire fresco, una pausa en la rutina de tratamientos y dolor.
HoSeok fue el primero en dar un paso adelante, su energía habitual irradiando positividad.
—¡Hola a todos! —saludó con su característica sonrisa cálida—. Mi nombre es HoSeok. Mis colores favoritos son el plateado y el verde, mi animal favorito son las ardillas. Me encanta bailar, y estoy aquí hoy para divertirme con ustedes.
Los niños lo miraron con curiosidad, algunos sonriendo tímidamente.
—¡Hola, HoSeok! —respondió una niña pequeña, con la voz suave pero llena de entusiasmo mientras veía a HoSeok corresponder a su saludo con una mano agitándose alegremente.
NamJoon fue el siguiente en presentarse, con su tono siempre un poco más serio, pero no menos amable.
—Hola a todos, soy NamJoon. Mi color favorito es el azul, y me gustan mucho los koalas. También disfruto leer libros de todo tipo, especialmente los que me hacen pensar con profundidad las cosas.
—¡Hola, NamJoon! —repitieron algunos niños en un coro suave.
Jimin, siempre encantador y con una sonrisa que parecía iluminar la habitación, dio un paso adelante.
—Hola, chicos, soy Jimin. Mi color favorito es el dorado, y mi animal favorito son los perros. Me encanta cantar y bailar, y estoy muy emocionado de estar aquí con ustedes hoy.
Un niño pequeño, con un gorro cubriendo su cabeza calva, levantó la mano tímidamente.
—¡Hola, Jimin! —dijo, apenas conteniendo una sonrisa.
Finalmente, SeokJin se adelantó, sus ojos llenos de una ternura protectora mientras observaba a los niños.
—Hola a todos, yo soy SeokJin. Mi color favorito es el rosado, y mi animal favorito es una alpaca. Me encanta cocinar, jugar videojuegos, hacer manualidades y por eso hoy vamos a hacer algo muy divertido juntos.
—¡Hola, SeokJin! —respondieron los niños, algunos ya más relajados.
Una vez que los demás voluntarios terminaron de presentarse, HoSeok miró a los niños con una sonrisa alentadora.
—Ahora es su turno. ¿Por qué no nos dicen sus nombres, su color favorito y su animal favorito? Así podremos conocernos mejor.
Una niña con una bata rosa y una muñeca en sus brazos fue la primera en hablar.
—Yo soy Leeseo. Mi color favorito es el morado, y me gustan los conejos.
—¡Hola, Leeseo! —respondieron los voluntarios al unísono.
Poco a poco, los demás niños comenzaron a hablar, compartiendo sus nombres y pequeñas cosas sobre sí mismos. Con cada presentación, el ambiente se volvió un poco más ligero, como si el simple acto de compartir esas cosas cotidianas creara un vínculo entre todos en la sala.
Un niño de unos ocho años, con un parche sobre un ojo y un tono de piel pálido, se presentó con voz firme.
—Soy YeonJun. Mi color favorito es el rojo, y me gustan los tigres porque son fuertes.
—¡Hola, YeonJun! —dijo SeokJin, impresionado por la determinación en la voz del niño—. Los tigres son increíbles. Estoy seguro de que tienes la fuerza de uno.
El grupo siguió presentándose, los niños riendo tímidamente mientras los voluntarios respondían con entusiasmo. A medida que la actividad continuaba, se hizo evidente que el simple acto de presentarse y compartir algo sobre ellos mismos había ayudado a romper el hielo, permitiendo que tanto los voluntarios como los niños se sintieran un poco más cómodos y conectados.
La calidez y el apoyo mutuo que surgieron en esa sala fue un pequeño pero significativo paso hacia el objetivo de esa visita: ofrecer un respiro y un poco de alegría en medio de la difícil realidad que enfrentaban esos niños.
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The Light Is Coming - YoonJin
Fanfiction"SeokJin, un joven dedicado al voluntariado, encuentra un nuevo propósito cuando conoce a YoonGi en el hospital, un paciente que esconde su tristeza en ira. A través de sus visitas, SeokJin descubre cómo pequeños gestos de amabilidad pueden marcar u...