Los voluntarios se movieron con naturalidad por la sala, llenando el ambiente con una energía renovada mientras comenzaban a repartir los materiales para la actividad de origami. Las mesas fueron rápidamente dispuestas en pequeños grupos, cada una cubierta con hojas de papel de colores vibrantes, tijeras y pegamento. Los niños observaban con curiosidad creciente, mientras los padres intercambiaban sonrisas aliviadas al ver a sus hijos emocionados por la actividad.
HoSeok, siempre el alma alegre del grupo, tomó un pequeño montón de papeles y se acercó a un niño que estaba sentado junto a su madre.
—¿Estás listo para hacer algo increíble? —le preguntó, inclinándose para estar a su altura y extendiéndole un par de hojas de colores—. Vamos a crear nuestros propios animalitos con estos papeles.
El niño, que al principio había estado un poco tímido, asintió con una sonrisa pequeña pero sincera. HoSeok guiñó un ojo a la madre del niño, que le devolvió la sonrisa con agradecimiento.
NamJoon, mientras tanto, se encargaba de organizar a los voluntarios y asegurarse de que todos supieran qué hacer. Su actitud tranquila y meticulosa ayudaba a que todo fluyera sin problemas. Se dirigió a un grupo de niños que ya habían formado un pequeño círculo alrededor de una mesa y comenzó a repartir papeles.
—Vamos a hacer figuras de animales hoy —explicó NamJoon con su voz suave—. No se preocupen si es la primera vez que hacen origami. Estaremos aquí para ayudarles paso a paso.
SeokJin, que ya estaba en medio de un grupo, se aseguró de que cada niño tuviera lo que necesitaba, y luego, con una sonrisa suave, comenzó a mostrarles cómo doblar el papel para formar una simple figura de un perro.
—Es como si estuvieras siguiendo un mapa —dijo, doblando con precisión una esquina del papel—. Un pequeño doblez aquí, otro allá, y pronto tendrás un perrito hecho por ti.
Los niños observaban con atención, algunos ya empezando a imitar sus movimientos. SeokJin se aseguraba de ir despacio, mostrando cada paso claramente y animándolos a intentarlo por sí mismos.
Jimin, por su parte, estaba en un grupo con dos niñas que habían elegido papeles rosas y púrpuras. Su voz dulce y su risa suave les daban confianza para seguir adelante, incluso si cometían errores.
—Lo mejor de hacer origami es que no tiene que ser perfecto —les dijo, doblando el papel con cuidado—. Cada pequeño detalle lo hace especial, así que no te preocupes si no sale exactamente como esperabas.
Las niñas sonrieron, agradecidas por sus palabras, y se sumergieron en la tarea, concentradas en crear sus propias versiones de un conejo.
HoSeok, NamJoon, Jimin, y SeokJin se dividieron entre los grupos, asegurándose de que cada niño y padre tuviera la ayuda necesaria. Los demás voluntarios también hicieron lo mismo, repartiéndose entre las mesas y ofreciendo sus manos para guiar a los pequeños dedos a través de los pliegues y dobleces.
En una de las mesas, HoSeok se sentó junto a un niño de cabello oscuro que parecía un poco más mayor que los otros. El niño había elegido un papel amarillo brillante y lo miraba con una mezcla de determinación y duda.
—Vamos a hacer un león —dijo HoSeok, desplegando su entusiasmo contagioso—. Los leones son fuertes y valientes, como tú.
El niño levantó la vista, sorprendido pero complacido con el elogio, y empezó a doblar el papel junto a HoSeok, siguiendo sus instrucciones con cuidado.
En otra mesa, NamJoon trabajaba con un grupo mixto de niños y padres. Uno de los padres, con una expresión seria pero atenta, observaba mientras su hijo intentaba hacer una grulla de papel.
—Es un poco complicado al principio —comentó NamJoon, notando la mirada del padre—, pero lo importante es disfrutar el proceso. Si no sale perfecto, siempre podemos intentarlo de nuevo.
El padre asintió, relajándose un poco, mientras NamJoon ayudaba a su hijo a completar uno de los pliegues más difíciles.
—Gracias —dijo el hombre, su voz cargada de gratitud—. No sé cuándo fue la última vez que lo vi tan concentrado en algo que no fuera un tratamiento.
NamJoon sonrió, dándole una palmada amistosa en el hombro.
—Eso es lo que estamos aquí para hacer —respondió—, darles un pequeño respiro de todo eso.
Jimin, que había estado observando desde el otro lado de la sala, sonrió para sí mismo, satisfecho de ver a los niños y a los padres involucrados en la actividad. Su grupo ya estaba completando sus figuras de conejo, y las niñas mostraban con orgullo sus creaciones a sus madres.
—¡Mira, mamá! —exclamó una de ellas—. ¡Lo hice yo sola!
—Está precioso, cariño —respondió la madre, acariciando la cabeza de su hija—. Eres muy talentosa.
SeokJin, quien siempre había tenido una paciencia infinita para enseñar, trabajaba con un grupo de niños más pequeños, mostrándoles cómo hacer una figura simple de un zorro. A medida que los niños doblaban el papel con sus pequeñas manos, SeokJin les ofrecía palabras de aliento.
—Eso es, muy bien. Solo falta un último doblez y tendrás un zorro listo para jugar. ¿Ves cómo lo has hecho tú solo? —Les mostraba cada pliegue con precisión y les daba tiempo para repetir el proceso a su propio ritmo.
—¡Miren mi zorro! —gritó uno de los niños, sosteniendo su figura recién terminada.
—¡Es asombroso! —exclamó SeokJin, mostrándole una gran sonrisa—. ¿Cómo lo vas a llamar?
El niño se quedó pensativo por un momento antes de responder con orgullo:
—¡Lo llamaré Riri!
—¡Me encanta ese nombre! —dijo SeokJin—. Es perfecto para un zorro tan genial.
Mientras los grupos seguían trabajando en sus origamis, la sala se llenó de risas y voces emocionadas. Los niños estaban tan concentrados en la actividad que, por un breve momento, parecía que habían olvidado sus preocupaciones. Los padres, por su parte, observaban con sonrisas de alivio, disfrutando de ver a sus hijos sumergidos en algo que no fuera la enfermedad.
A medida que las figuras tomaban forma, algunos de los voluntarios comenzaron a compartir historias divertidas y anécdotas mientras ayudaban a los niños a terminar sus animales de papel.
—Cuando era pequeño, intenté hacer un barco de papel, pero terminó pareciendo más una bola arrugada —confesó Jimin, provocando risas entre los niños—. Así que siempre recuerden que no importa cómo salga, lo importante es intentarlo y disfrutar.
Una niña se rió y levantó su conejo de papel, orgullosa de su creación.
—Mi conejo también parece una bola, pero me gusta —dijo ella, y todos se unieron a su risa.
Cuando la actividad llegó a su fin, la sala estaba llena de pequeños animales de papel en todos los colores posibles. Leones, zorros, conejos, grullas y más, cada uno único y especial. Los niños y los padres miraban con orgullo sus creaciones, y los voluntarios se aseguraban de que todos se sintieran apreciados por su esfuerzo.
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The Light Is Coming - YoonJin
Fanfiction"SeokJin, un joven dedicado al voluntariado, encuentra un nuevo propósito cuando conoce a YoonGi en el hospital, un paciente que esconde su tristeza en ira. A través de sus visitas, SeokJin descubre cómo pequeños gestos de amabilidad pueden marcar u...