Capítulo XLI

3 1 0
                                    

Ivy

Volvieron las grabaciones en marzo. Ese mismo mes fue el cumpleaños de Diana.

Ella cumplió veinte años, ella cada vez parecía ser más mayor que yo. Pero mientras ella crecía, yo también lo hacía, y estaba bien. Podía esperar a que ella me vea los suficientemente mayor.

Diana no festejó su cumpleaños, simplemente se quedó en su departamento con sus padres, yo estaba ahí, comimos una pequeña torta pero no pareció nada muy especial, los papás de Diana se llaman Dorothy y Leon, eran muy amables conmigo. También con Diana. Jugamos a las cartas, incluso les enseñe un poco de español y mantuvimos una pequeña charla.

Yo reí cuando su madre pronuncia mal choripan, su padre también ríe. Dorothy y Leon ambos eran rubios, pero tenían los ojos azules, más oscuros que los de Diana.

Diana me miraba y, creo que nunca pensé que una mirada pudiera sonreír. Pero sus ojos parecían hacerlo. Había un brillo intenso, radiante, cariñoso, amistoso, me miró de una manera diferente a las que me había mirado antes.

Sus padres se despidieron y fueron a dormir, Diana y yo fuimos a su habitación, ahora estábamos en el balcón. Diana ya no fumaba, en realidad nunca lo hizo, sé que lo hacía porque le hacía sentir más cerca de sus padres. No sé si es bueno o malo que lo haya dejado.

—¿Tus amigos en serio no van a organizarte nada? — le pregunté luego de que dejó su teléfono, ella aún usaba uno de tapitas y con teclas, yo usaba un iPhone, Jade me regaló el último en mi cumpleaños. Era el iPhone 4

—Bueno…si, siempre festejó en algún parque con ellos — dijo sin mirarme, como si pareciera avergonzada —Pero quería pasar mi cumpleaños junto a ti, y no me arrepiento. Fue mil veces mejor, me gusta ver cómo te llevas con mis padres. Ellos no aprueban a mis otros amigos.

Me acerque más a ella, nuestros brazos se chocaban, ambas mirábamos hacia el cielo. Las noches se hicieron más sencillas en estos últimos meses, no hable con mamá, pero si con Jazmin y Laila, venían a ver a papá muy a menudo. También conocían a Diana, les caía bien.

—Lamento haber llegado tarde — dije —. Las grabaciones son más complejas y más largas, no pude escapar.

Diana sonríe.

—¿Quién me manda a hacerme amiga de una super estrella de cine?

—¡No soy una super estrella! — reí tapándome la cara, había empezado a sonrojarme —No aún.

—Lo serás — dijo y sonaba convencida. No refuté en ningún momento.

Diana tomó mi mano, acarició mi palma. Nos quedamos así por lo que pareció una eternidad, la mire, ella me miró. Su mirada pasó de mis labios a mis ojos, mis ojos hicieron lo mismo. Humedeci mis labios por los nervios, ella apretó su agarre y se acercó más. Llevó su mano a mi cadera, mis manos se agarraban de su camisa.

Me miró fijamente.

Por favor, por favor, por favor.

Me acerqué a ella, Diana no se alejó. Mis labios estaban a pocos centímetros de los suyos, ella cerró la distancia por un breve momento antes de alejarse.

—No puedo hacerlo, princesa.

Baje la mirada.

—Solo podría ocurrir una vez.

—No me bastaría, no podría tener suficiente de ti jamás.

Eso me hizo sentir un ya conocido enjambre de mariposas en mi estómago.

—Pero no puedo hacerlo, princesa. No quiero un par de besos y sacudida, no contigo. Quiero más.

—¿Y por qué no podemos tener más? Yo también lo quiero.

Amor En Escena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora