~ Dolora ruptura y el presente.

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Nuestra historia

— Lo nuestro se terminó, Satoru.— dijo, conteniendo las ganas de llorar con todas sus fuerzas.— Así que por favor, toma todas tus cosas y vete de mi casa también.— señalo la puerta, esperando que el peli blanco obedeciera su petición cuanto antes.

— No, Yūji... no puedes hacerme esto.— dio unos pasos, queriendo acercarse.— Hablemos, aun podemos arreglar este mal entendido.— pero, sus piernas fallaron y cayó al suelo de rodillas, viendo como el peli rosa le daba la espalda.

En su interior, el Alpha aullaba desconsolado, rogando por la atención del Omega.

— No hay nada de que hablar.— su voz estaba a punto de quebrarse.— Entiendo bien que mi hermano te engañó y logró su cometido... pero eso no justifica la traición que hubo.— la primera lagrima descendió por su mejilla.

Internamente, se sujetaba el corazón para no llorar desconsoladamente y lanzarse a sus brazos.

— Si sabes que no fue mi culpa... comprendes que todo fue planeado por tu hermano y me conoces tan bien como para decir que yo nunca te mentiría, entonces... ¿Por qué decides alejarte?— su mirada no se apartaba del menor, esperando que voltease.

— Porque ya no puedo verte de la misma forma...— respondió por lo bajo.— Imaginar que dormiste con él... que acariciaste su piel y lo besaste creyendo que era yo, me repugna.— aun estaba resentido.

Incluso si ya habían pasado varios días, Yūji no lograba sacarse de la cabeza aquella escena.
Darse cuenta que cenaron juntos, le propuso matrimonio y se revolcaron en la misma cama que compartían, sólo provocaba que el dolor aumentara en su interior.

Y eso era imperdonable.

— Pero...— le costaba mucho trabajo hablar.

— Por favor, Satoru...— volteo a verlo, importando poco su aspecto.— vete y no vuelvas a buscarme, porque sólo conseguirás que los odie más.— no pudo más, huyo hasta la habitación, donde una vez dentro, cerró la puerta con seguro y comenzó a llorar desconsoladamente.

Fuera, Satoru golpeaba la puerta desesperadamente, rogándole por una oportunidad para explicar las cosas correctamente. Pero fue inútil, Yūji no cedió y luego de unas horas, el Alpha peli blanco tomó sus maletas y salió del apartamento.

Con un mar de emociones ahogándole en su interior, se detuvo a mitad de la calle para llorar nuevamente.
Ignorando las miradas ajenas, se desahogo una vez más, preguntándose que había hecho mal para recibir un castigo así.

Los días siguientes intento llamar al Omega, pero su línea rápidamente fue bloqueada. Al visitarlo de nuevo, los vecinos le dijeron que Yūji abandono el lugar la misma tarde que él se fue.
Sus padres se negaban a decirle donde estaba y el resto... algunos le mostraban su apoyo, mientras que otros lo tachaban de infiel.

Siendo tanta la presión, ira y soledad que sentía, que Satoru término abandonando el país, aceptando amargamente que Yūji ya no lo necesitaba a su lado.

Y desde ese momento, toda su vida cambio.

Ya no mostraba esa sonrisa idiota que tanto lo caracterízaba, su contacto con el mundo exterior era casi nulo y cuando salía, mantenía estricta distancia con los Omegas, pues el olor de sus feromonas le acusaba repulsión.

Planeaba llevar ese estilo de vida hasta que su tiempo en la tierra se terminará, evitando recordar su pasado.
No obstante, debido a un trabajo muy importante, se vio obligado a volver... pensando que bastaría con ignorar su alrededor.

Sin imaginar que en su último día en Japón, terminaría encontrándose con quien menos deseaba... y recibiendo la que por mucho, era la noticia más impactante de su vida.

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