Capítulo II EL COMIENZO DE UNA NUEVA ERA

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El lunes ya estaba despierto cuando sonó la alarma de mi viejo reloj ronco sobre el buró a un lado de mi cama. Me había bañado, había elegido mi ropa con seguridad, desayuné, todo estaba listo, pero al tiempo le faltaba rapidez, debía esperar 45 minutos, me quedé sentado en la cama viendo el televisor que mostraba su pantalla triste y negra, aun sin encender, no quería hacerlo, solo quería estar en silencio, poco a poco los sonidos eran más perceptibles, el sonido del agua caer en la habitación de mis padres, aún no había voces, afuera el silbido del señor Jaime que sacaba la basura de la acera de la casa de enfrente, alguien más a lo lejos martillaba, luego pasó un carro afuera de mi casa, le siguió otro, y uno más, hasta hacerse un rio suburbano que conducía al centro de la ciudad, a los altos edificios de las grandes Empresas y, por fin se oyó una voz...

-Sergio, necesito los bonos...-Era Mamá, como siempre pidiéndole a mi Padre el dinero de sus bonos que le daban como trabajador de Agente de Seguros, pero no era porque necesitara hacer pagos o compras para la casa, todo eso estaba bien cubierto, mi madre "necesitaba" el dinero para solventar sus gastos del proceso de convertirse en una Dama de Familia como era impuesto en la sociedad, la ciudad no solo había cambiado la forma de vivir de la gente, ya no eran alternativas, sino necesidades de la vida el estar suscrito a un Club Campestre y pasar las mañanas en su gym, luego en el spa en donde se consolaban unos a otros por los grandes privilegios que tenían que soportar, y más tarde era turno de ir de Shopping a un gran Centro comercial o en los que fuesen necesarios para encontrar calma.

Por supuesto mi padre, Sergio, y yo jamás tuvimos ese adoctrinamiento, me consideraba a mí mismo como un afortunado al distinguir y separar de mi vida los dones que llevan a la perdición. Mi padre era maravilloso, todo el tiempo estaba conmigo, jugando, enseñándome y corrigiendo errores cuando era necesario con sus palabras, no necesitaba más que su compañía, me enorgullece ser tan parecido a él física e ideológicamente, medimos prácticamente lo mismo, alrededor de 1.75 m, de piel blanca ligeramente bronceada, muchas facciones parecidas de la cara, cabello rubio y solo diferentes en una pequeña cosa, el color azul de ojos que había heredado de parte de mi madre, Sara, y el que quizá era el único rasgo que encuentro en mi de ella. Si nuestro pensamiento es contrario, lo somos más físicamente, ella es más bajita, 1.58 m, llenita, pelirroja, ojos grandes, lo más bello de ella, azules igual que toda su familia, nariz pequeña y labios delgados, su piel totalmente blanca como leche y un montón de pecas en todo su cuerpo.

No tenía hermanos, a pesar de que de niño insistí muchas veces a mis padres en que encargaran un hermanito, pero siempre me ignoraron. Éramos entonces, una familia modesta, un hombre de 42 años al que le iba bien en su trabajo, una Dama de Familia de 42 años, menos 10, y yo, un chico gay de 18 años, estudiante de Medicina. Vivimos en una casa excesivamente grande para una familia de tres, con yacusi y piscina al estilo de las grandes familias cosmopolitas lo que dejaba espacio para un solo baño de dos piezas y un pequeño jardín, aunque paradójicamente vivimos en un barrio lejos de los grandes centros de poder o las colonias adineradas de la ciudad, cosa que agradezco.

-Alberto. -Era mi padre quien tocaba la puerta, el fuerte golpeteo me volvió a la realidad. Abrí la puerta.

-Buenos días hijo Ahh...-Llevó su mano izquierda a su nuca para tomar fuerza y decir-Es el gran día.

-Es el gran día-Repetí enfáticamente.

-Este es...por mucho, mejor que todos los días de los últimos años, lo lograste hijo, no puedo decirte que seas el mejor porque ya lo eres, siempre estaré muy orgulloso de ti. -Tomó mi hombro, él estaba muy conmovido, lo abracé y soltó algunas lágrimas.

-Te amo hijo.

-Yo también te amo papá.

-Ve con todo.

EL RÍO DE MIS ANHELOS Destino:La Historia de Alberto Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora