Capítulo X TEMPESTAD Y CALMA

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El me hace sonreír con tan solo voltear a verlo. Vamos juntos vagando de un lado a otro no esperando nada, sabiendo que nos tenemos. Así es verlo, y sentirlo, no importa nada más.

Ya era septiembre, mi cumpleaños era el 17, solo faltaban 5 días y no sabía cómo lo iba a pasar. Bueno, en realidad si, seguramente Arturo me tendría algo especial. pasaríamos una buena tarde con su familia, quizá una comida en el patio y Gaby también vendría. Sería divertido supongo, pero justo en ese preciso momento algo comenzaba a no cuadrar, mis padres, ¿Qué lugar deberían ocupar ellos en esto? Supongo que el mismo que habían ocupado 18 años anteriores, estar conmigo ese día, comer pastel y recordar viejos momentos en los anuarios polvorientos que hacían pila en la bodega.

El clima por esos días no andaba del todo bien, y eso que a mí me encantaban los días lluviosos, esa vez no me hacía sentir mejor, por el contrario, me estaba haciendo caer en depresión. Tenía 5 días tenía para hacer que mis padres me perdonaran, si quiera me hablaran, a esas alturas ya aceptaba que ellos no aprobasen mi relación con Arturo o con ningún hombre, pero al menos quería que me hablaran, solo eso, si querían podían inventarse que yo era heterosexual.

Mientras cuidaba a los niños durante el receso una gota cayó en mi frente, volteé a ver el cielo, había una corona de nubes con relámpagos saliendo de ella, justo así estaba cuando fui por primera vez con mi padre a un juego de fútbol, había ido solo para complacerlo y que estuviera feliz, fuimos hasta Guadalajara, mi padre había pensado que a mí me gustaba ese equipo y el fútbol en general, por eso me llevó hasta allá, eso fue lo único bueno del viaje, saber que mi padre se preocupaba por mí. Las cosas fueron un poco intrépidas, apenas acabó el partido comenzó a llover, íbamos caminando pues el hotel no estaba lejos, pero a mitad de camino la lluvia creció tanto que era imposible distinguir a alguien, mi padre no estaba, volteaba a todos lados y ya no había nadie solo más y más lluvia, parecía una pesadilla, me encontraba perdido, tenía 10 años y no sabía a dónde ir, hasta lo lejos divisé la figura de un hombre y corrí hacia ella, comenzó a granizar, el granizo era tan grande que parecían piedras, perdí la vista del hombre, llegué hasta un puente un puente que estaba siendo devorado por la cantidad de agua del río que crecía abajo por el diluvio. Mire atrás y solo encontré un montón de autos que venían hacia mí, ya había oscurecido y con la lluvia empañando los parabrisas sería muy difícil que alguien se detuviera, pronto podría haber quedado aplastado en medio del camino, seguí corriendo por el puente y el agua ya me llegaba hasta los tobillos, sentía cada vez más cerca los autos detrás de mí y seguí corriendo a todo lo que daba, mi corazón latía al dos mil por ciento y el aire me faltaba, mis pies ya no aguantaban más, caí y volteé a ver que venía un auto que pasaría justo encima de mí, cerré los ojos muy fuerte y me cubrí la cara esperando el final, nada pasaba, ya no escuchaba el motor del auto, solo el ruido la lluvia.

- ¿Hijo, estas bien? Soy papá.

- ¡Papá!, ¡papá! -corrí hacia él.

- ¡Estás bien!, te hemos estado buscando desde hace una hora.

-La lluvia no me dejo verte, no sabía a donde habías ido.

-Es una tormenta, la lluvia había cubierto una coladera y no la vi, me quedé atrapado ahí, no te veía y aunque gritaba la lluvia no dejaba escuchar nada. Al poco tiempo llego el señor Julio. -El hombre que conducía el auto. -El me ayudó a liberarme y le pedí ayuda para buscarte. Qué bueno que te hemos encontrado, estaba muy preocupado porque estuvieras a salvo.

Me abrazó, en ningún momento tuvo problema en hacerlo, era mi padre y no le importó abrazar a otro hombre. Siempre fue así, todas las mañanas nos despedíamos con un abrazo, a pesar de ser ya un adulto, el último día que estuve en casa cuando cité a mis padres en la sala lo primero que había dicho mi padre al abrir la puerta de su habitación era: Hola hijo, ¿Ya es hora de irte a la escuela? Ven. -Me abrazó. -Que te vaya mejor que ayer, te quiero. "un segundo después yo cambié eso que tenía. No me arrepentía, pero como extrañaba el amor de mi padre.

EL RÍO DE MIS ANHELOS Destino:La Historia de Alberto Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora