EL RÍO DE MIS ANHELOS Destino:La Historia de Alberto Parte 1

Capítulo III LA VERDAD

Mi poco tiempo de sueño no me ayudó para saber qué hacer, tampoco me había podido tranquilizar, desperté sudando, muriendo de la angustia, me duché con agua helada para poder salir del shock en el que me encontraba.

Cuando regrese a mi habitación tire por accidente una foto mía de cuando era bebé, mis padres aplaudían al pie del árbol de navidad, había recibido mi primer juguete, un carrito amarillo, algo que formaba parte de la mentira en la que vivía, a mí nunca me habían gustado los autos, yo prefería jugar con muñecos, luchadores, jugar con bloques de construcción o con los videojuegos, pero no con los carros, sin embargo siempre tuve que pedir en mis cartas de navidad un carrito, sabia quienes era los reyes magos por ello no quería desilusionar a mis padres ya que se alegraban mucho cada vez que tomaba un carrito en mis manos, además de que no quería meterme en problemas.

Esa sola foto me trajo muchos recuerdos, luego busqué más en los álbumes de la bodega. En todas se veía a mis padres felices, festejando cumpleaños o de vacaciones con tía Margaret, pero yo recordaba entonces que todos y cada uno de esos momentos me sentía incómodo, sentía que no podía decir muchas cosas, tan simple como elegir con que me gustaba jugar o que programa de televisión ver, muriendo de miedo con el dedo listo en el control por si mis padres entraban y tenía que cambiar de canal al futbol y dejar de ver mis series favoritas como La Niñera o Sabrina, series que eran para mujercitas como decía mi padre cuando veía algún comercial de ello. A pesar de que en mi entorno si había sido feliz, me faltaba algo. Poco a poco iba creciendo en las fotos, hasta llegar a la más reciente tomada en mi cumpleaños pasado, en Abril, mi madre y padre abrazándome y yo en medio, cenando en un restaurante de mariscos, ellos sonreían, y yo también, pero mi sonrisa era falsa, porque ocultaba ya a punto de explotar ese gran secreto, pensé en lo que seguiría con los años si eso seguía igual, en como poco a poco en vez de una sonrisa forzada tendría una vida falsa, para complacer a otros, no quería decepcionar a nadie, pero tampoco estaba dispuesto a soportar algo que no era mío, y decidí que tenía que decirlo a pesar de todo, ya era un adulto y tendría que aprender a ser responsable de mí mismo pasara lo que pasara, decidir mi vida, y mi mayor decisión en ese momento era confesarle a mis padres mi orientación sexual y poder estar con Arturo, si él no me odiaba.

Rompí las fotos y tomé fuerza de la libertad que aún me quedaba.

Antes que comenzara la lucha de las mañanas cite a mis padres en la sala, los dos estaban sentados en el sillón enfrente de mí, el sueño se había ido de sus rostros aun desalineados, estaban alerta de todo lo que sucedía.

-Bien...como pueden darse idea, les tengo que hablar de algo muy importante so...sobre mí.

-Sí, adelante hijo. - Me alentó mi padre llevando sus manos a su barbilla para poner atención, Sara solo asintió con la cabeza sin expresión alguna.

-Ustedes siempre me han enseñado a ser responsable y tener en mente que puedo conseguir lo que me propongo con esfuerzo y trabajo, creer en mi para mostrar quien soy, respetar a los demás y a ustedes, siempre me han enseñado todos los valores que una persona correcta debe poseer, alguien respetable, todo eso que me han dado, debo hacerlo valer y, haciendo esto, estén seguros que soy responsable de la confianza que me han dado. Bueno, miren, durante algún tiempo, algunos años, mejor dicho, he descubierto como soy, lo que me gusta y lo que no, he sentido como en realidad me gustaría ser, he formado quien soy, y ahora sé lo que quiero vivir y a lo que aspiro, esto es algo real y no puedo decir que solo es un capricho o un periodo de confusión en mi vida, simplemente no es así, estoy totalmente seguro de esto, tengo que decirles la verdad, papá, mamá, soy homosexual, soy gay.

Solo hubo silencio, pero no necesité más para saber que yo estaba en lo cierto, la cara de mi padre se había cubierto de desilusión por la vida, un tono pálido recorría su respirar, por un momento cerró los ojos, luego se levantó del sillón, serio y sin decirme nada pasó a mi lado y se fue a su habitación, azotando con gran fuerza la puerta. Mi madre expresaba asco, tampoco dudaba que mis palabras fueran broma, con desagrado se retía "no, no, no" mientras caminaba de un lado a otro sujetado su cabeza, alfín recordó que yo seguía ahí y me dijo: