16: Mudanza

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—¿¡Que compraste qué?!

—No es para tanto...— Dijo Hyunjin rascando su nuca, quizás si había hecho una pequeña exageración.

—No puedes mudarte aquí ¿Planeas tenerme vigilado o que mierda?— Se quejó el rubio, golpeando el hombro del más alto dolorosamente.

No podía quedarse tranquilo y pensar que su madre no iba a hacer más estupideces, así que compró una casa justo frente a la de Felix.
No era el tipo de hogar que siempre soñó, pues era humilde y no muy espacioso, pero era lo que había después de todo.

—Es para cuidarte.

—¿Ah, sí? Pues veremos cómo sale eso— Terminó la conversación, metiéndose a su casa y cerrando la puerta con molestia, así dejó a Hyunjin solo del otro lado, sin saber que hacer ahora.

Llegó la tarde, el rubio hacía deberes sobre la mesa cuando tocaron timbre, su hermana estaba en casa así que no podía ser ella, que raro.

Bueno, era Hyunjin, que tenía su remera antes blanca ahora llena de distintos colores y estampados deformados —Oye... Creo que el lavarropas no funciona aquí—
El menor se rió, sabía que el pelinegro no estaba listo para vivir solo aún.

—¿Metiste toda la ropa para un solo lavado?

—¿Y cómo se supone que lo haga?

Supuestamente esto era para cuidarlo ¿No? Porque parecía que estaba resultando al revés.

[Horas después]

Era de noche cuando comenzó a escuchar gritos en la casa de al lado, no sabía quien era pero se asustó bastante, intentó despertar a su hermana pero esta estaba profundamente dormida y no quería reaccionar.

Suspiró y se armó de valentía, agarrando un bate y saliendo a la calle, no habían ladrones por esa zona, así que supuestamente no tenía a qué tener "Sé un hombre, sé un hombre" Se repitió a su mismo.

¿Que mierda? Los gritos venían de la casa de Hyunjin, pero definitivamente no parecían de hombre, maldito maricon.
Había un acceso fácil al patio, pues como mencioné, era una zona segura, y vió al mayor arrodillado en una esquina mirando a una dirección.

—¿Qué pasa? ¿Hay alguien ahí?— Preguntó el pecoso asustado, a lo que el pelinegro asintió con la cabeza y señaló el piso. No vió nada y entrecerró los ojos, ahí pudo notar que había una pequeñísima cucaracha quieta en su lugar.
Dió unos pasos y la pisó, para luego mirar a Hyunjin con una expresión de molestia.

Se puso de pie y aclaró su garganta, claramente avergonzado por la escena que había hecho.

—¿Jamás viste un insecto?— Dijo, dejando su bate en el piso.

El contrario negó —Déjame en paz...— Se quejó, su tono de voz volviéndose inmediatamente más grave, intentando recuperar su masculinidad.

—Deberías irte, sabes perfectamente que no puedes vivir aquí— Fué lo último que dijo antes de disponerse a salir de ahí, pero Hyunjin lo frenó agarrandolo del brazo.

—¿No vas a darme las buenas noches?

El rubio sonrió, a veces tratar con Hyunjin era como tratar como un niño pequeño —¿Que quieres?— Preguntó sin rodeos.
Aunque el mayor no dijo nada, directamente lo hizo, se inclinó a besar a Felix.

Tuvo recuerdos de ese primer beso, y jamás había pensado en cuánto necesitaba el segundo, pero aún no podía evitar pensar en otras personas cada vez que los labios del mayor se unían con los suyos.
Minho, la madre de Hyunjin...

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