El Terrón

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¿Son muchos los que sienten que se les escapa el cerebro cuando les hacen la pregunta?

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¿Son muchos los que sienten que se les escapa el cerebro cuando les hacen la pregunta?

¿A dónde carajos se habrán ido los órganos de Luigi la primera vez que le hicieron cuestionarse todo lo que había hecho con su existencia en vez de tener una pared tapizada de títulos de estudios completos con orgullo?

En ese momento Luigi era pequeño y estaba en la sala intentando leer el fondo de su taza de café porque en una de esas veces en que paraba la oreja en las conversaciones de sus tías había oído que podía descifrar un presagio, al más clásico estilo vintage nostálgico de las parientas brujillas de la familia tradicional italoamericana extranjera de mujeres arrugadas con trapos en la cabeza que te decían el destino mirando la salsa de la pasta, vaya estereotipo cumplido. Pero ahí estaba inocentemente queriendo encontrar cualquier forma en su maldita taza mientras su madre y sus tías amasaban una mezcolanza en la mesa y conversaban, le daba igual lo que estuvieran cocinando pero aun así estaba ahí por si decían algo interesante.

Una casa embrujada y solitaria en ruinas como una mujer derramando su maquillaje en
en lágrimas, el perfume polvoriento de cristal elegante de la abuela, la granada jugosa chorreando amor obsesivo y la metáfora de canibalismo. No le encontraba una sola forma concreta a los granos negros en la porcelana blanca de florecitas azules.

Así que se sirvió más café para beberlo y encontrarle la forma al destino, y al intentar hacerlo la risa de su tía ruidosa llamó su atención. “Mario, así no se hace, debes terminar el café y dar vuelta la taza sobre el plato pequeño” comentó en italiano su tía mientras amasaba y sudaba.

“Mario”, Luigi odiaba que le llamaran por su apellido, es como si le quitaran el poco valor como ser humano que tiene uno a una edad corta y lo limitarán a no ser más que un espectro infantil indiferente, como si diera la mismo que llamaran a él o a su hermano porque para los adultos los niños son todo lo mismo.

En un suspiro molesto Luigi hizo lo que le indicaron, pero antes de levantar la taza del plato, volvieron a dirigirle la palabra.

“Oye ¿ya sabes lo que vas a hacer cuando seas grande?”

¿Qué?

El pequeño Luigi quedó perplejo ante aquella pregunta tan repentina que le cayó desde un octavo piso como un caniche que se resbaló del balcón. De repente su pequeña existencia corpórea tiene conciencia de su propio futuro y es inquietante saber que realmente no tenía nada planeado para cuando crezca.

¡Crecer! Nunca lo había tomado en cuenta, debía crecer, ser adulto, tener bigote, tener esposa, tener hijos, tener ¿trabajo? ¡Él no era bueno en nada!, ¡¿Qué trabajo conseguiría?! Su único logro hasta ese momento era mantener con vida un germinado de lentejas dentro de un frasco con algodón.

No quiere estar solo, debe conseguir un trabajo el cual compartir con su hermano, ¡Eso es! Solamente debía seguir a Mario en el trabajo que quería cuando crezca… aunque Mario decía que de grande iba a ser doctor.

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⏰ Última actualización: Sep 02 ⏰

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