¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-perdona todos mis pecados, sana mi corazón de los pecamisos pensamientos y limpia mi mente de toda insitacion - se arrodilló enfrente de la enorme estatua de la Virgen María mientras ponía su mano como rezo, cerro fuertemente sus ojos y empezó a rezar lo más alto posible.
Alzó levemente la mirada encontrando con la mirada de la virgen, su mirada parecía compasiva como si entendiera lo que el decía. Sus ojos se llenaron de lágrimas y dejo que están calleran como lluvia en un bosque tropical.
Hace meses que empezó a tener sueños húmedos con un ente desconocido, sentía los toques como si fueran reales, cada pequeña reacción que tenía en su "sueño" sucedía en la vida real. Llenando aquel cuarto bendito de gemidos y quejidos bajos. Cuando se despertaba asustado sentía una erección entre sus pantalones, nunca en su vida se a masturbado y no pensaba hacerlo ahora.
Aquel hombre nunca se sobrepaso de pequeño toqueteos por encima de la tela, besos y lambetones exitantes.
-En nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo. Amén...- se dejó caer apollando su frente contra el frio pavimento de la iglesia
Las lágrimas llenaron el piso como agua escurriendo, sus súplicas buscando el perdón de sus pecados eran débiles, su voz estaba quebrada y nesecitada.
Nesecitada de perdón.
-Que Dios te perdone- se escuchó como las puertas de la iglesia fueron abruptamente cerradas haciendo que el sonido invafa cada pequeño espacio de su mente.
Levantó la cabeza del frío suelo buscando al hombre detrás de quella voz, su mirada se quebró mientras buscaba la voz. Pequeños espasmos del miedo invadieron su cuerpo al notar las cerrada puertas.
Levantó su mirada en busca de la mirada de la Virgen sintiendo su sangre helarse al ver la horroriza imagen. Desde la copa de la cabeza de la estatua caían gotas de sangre, sangre que se deslizaba hasta tocar el blanquecino suelo manchandolo de la tinta roja.
-¿Quien eres?- Su voz se quebró con miedo al ver la sangrienta escena, sus ojos siguieron las pequeñas gotas hasta que calleron al suelo mientras se levantaba y se ponía por completo de pies notando como las gotas se deslizaban por el suelo -Ya nos hemos visto antes, ¿No reconoces la voz del causante de tus pecados?- sintio como una mano lo agarraba del pelo y lo jalaba obligándolo a girar su vista hacia atrás. Sus piernas flaquearon y soltó un quejido de dolor al sentir la presión sobre su cabello.
