𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐎𝐑, marc bernal. 1

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                      CARTAS DE AMOR
                                chapter ten.

EISA RIZZ.
—España, Barcelona.

Los días pasaban y pasaban, y yo y Marc estábamos más que bien. Era increíble lo mucho que había crecido nuestra relación. Se comporta demasiado bien conmigo: es atento, cariñoso y, lo más importante, se lleva genial con mi papá y mis hermanas. Mary lo adora, y eso me hace sentir aún más feliz. Mientras me alistaba para salir a la feria con él, no podía evitar sonreír al recordar todos los momentos que habíamos compartido.

—Eisa, iya llegó Marc!—Gritó mi papá desde la cocina.

Mi corazón dio un brinco. Rápidamente me puse un poco de perfume, asegurándome de estar lista para la noche. Corrí por las escaleras, le di un beso a mi padre y salí de casa con una mezcla de emoción y nervios.

Allí estaba él, apoyado en su auto, luciendo tan bien como siempre. Cuando me vio, su rostro se iluminó y sentí cómo mi corazón latía más rápido. Al acercarme, me abrazó con fuerza y me besó. Fue un beso apasionado, lento pero lleno de amor. En ese instante, todo lo demás desapareció; solo existíamos nosotros dos.

—¿Lista para la feria?—Preguntó Marc, sonriendo.

—¡Listísima!—Respondí con entusiasmo.

Él tomó mi mano y juntos nos dirigimos hacia el auto. Mientras manejábamos hacia la feria, no podía dejar de pensar en lo afortunada que era por tener a alguien como él a milado. Era como si todo encajara perfectamente; cada momento juntos se sentia especial.

La noche prometía ser mágica y no podía esperar para disfrutarla junto a él.

Saber que todo comenzó como una relación de novios falsos y ahora éramos novios de verdad me llenaba de felicidad. Nunca imaginé que algo así pudiera suceder. Clara, mi mejor amiga, estaba más que contenta también;
ella estaba conociendo a un chico que parecía encantador, y me alegraba por ella. Sentía que nuestras vidas se entrelazaban de una manera hermosa.

Mientras llegábamos a la feria, el bullicio y las luces brillantes me llenaron de emoción. Marc estacionó el auto, y cuando nos bajamos, él tomó mi mano con ternura. Su toque me hacía sentir segura y feliz. Juntos entramos a la feria, y la energía del lugar era contagiosa.

—¡Wow, mira la rueda de la fortuna!—Exclamé, señalando la enorme atracción iluminada que giraba majestuosamente en el aire. Un torrente de recuerdos me invadió; cuando era pequeña, solía subirme con mamá y reír hasta que nos dolieran los músculos de tanto divertirnos.

—¿Te gustaría subir?—Me preguntó Marc con una sonrisa traviesa.

—¡Sí!—Respondí sin dudarlo. La idea de revivir esos momentos pero con él a mi lado era emocionante.

Mientras nos acercábamos a la rueda, sentí cómo mi corazón latía con fuerza. Era como si cada luz y cada risa en la feria refleiara lo que sentía dentro de mí. Marc me miró con complicidad y me guinó un ojo.

—Te prometo que no te vas a arrepentir—Dijo mientras subíamos a la cabina.

Cuando la rueda comenzó a girar, una mezcla de miedo y alegría me invadió. Miré hacia abajo; todo se veía tan pequeño desde allí arriba.
Pero cuando miré a Marc, su sonrisa iluminaba el mundo entero. En ese instante, supe que estaba donde pertenecía: a sulado, disfrutando cada segundo.

—Esto es increíble—Le dije mientras el viento jugaba con mi cabello.

—Y tú eres increíble—Me respondió, acercándose un poco más.