Invierno

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"¿Entonces realmente puede hablar?"

"Es una bestia divina, así que no es imposible, pero al menos yo no pude comunicarme."

"Hmm... Definitivamente tengo que encontrarla y hacerla hablar."

"Suena como una amenaza."

"No lo es si no me obliga a usar la fuerza."

Baek Cheon se rió como si fuera un chiste. No lo era, pero Cheong Myeong decidió dejarlo así. A veces su sajil mostraba preocupantes signos de desquicio.

"Es difícil llevarse bien con una bestia divina. Pocas veces me miró además de cuando quería algo de mí. Y una vez que le pisé la cola... Necesité semanas para que dejara de sisear en mi dirección cada vez que entraba en su campo visual."

"¿Exactamente cuánto tiempo te quedaste en Nanmanyasugung?"

"Bueno..."

A lo lejos, la figura temblorosa de un hombro joven, que apenas podía dejar de considerarse un niño, se tambaleó sobre sus pies que dejaron un rastro de sangre hacia ellos.

"¡Dojang-nim, por favor, tienes que salvarnos! Mi pueblo, mi, mi pueblo..."

Cheong Myeong y Baek Cheon se quedaron en silencio con los rostros pétreos. Ambos intercambiaron una mirada rápida antes de lanzarse a escuchar la historia del joven.

En poco tiempo, la nieve crujió ruidosamente bajo sus pies conforme recorrieron apresuradamente la carretera cubierta de blanco, dirigiéndose hacia donde las columnas de humo oscuro se alzaron hacia el cielo como un volcán a punto de hacer erupción. Una vez que las casas quedaron al alcance de la vista, los copos de nieve que cayeron sobre ellos se volvieron grises como el hollín, manchando sus mejillas.

Cheong Myeong limpió distraídamente la mota que aterrizó en su mejilla, frotando la mancha contra sus dedos con el ceño fruncido. "Nunca había visto la nieve negra, ¿o es algo más?"

Baek Cheon continuó adelante, abriendo la puerta de la casa más cercana con los ojos oscuros. "Se está quemando algo cerca de aquí. No debe ser exactamente la ciudad o las casas, sino un almacén."

Al abrir la puerta, una ráfaga de viento entró por la puerta, levantando el olor a sangre hasta llevarlo a sus narices. Era lo suficientemente espeso como para ser perceptible incluso bajo la gruesa capa de humo. Los integrantes de la familia de esta casa habían sido asesinados, su sangre empapó el suelo y las paredes, sin posibilidades de supervivencia.

Cheong Myeong se detuvo, sus pupilas contraídas se fijaron en los cadáveres de los niños en el suelo abrazados por sus padres que ni siquiera podían cerrar los ojos.

Baek Cheon cerró la puerta. "Debe ser todo más o menos igual. El fuego no se ha extendido lo suficiente como para que haya pasado mucho tiempo. Tal vez el perpetrador sigue aquí... En cualquier caso, deberíamos de buscar supervivientes."

Cheong Myeong giró la cabeza, mirando a su alrededor como si pudiera ver más allá de los objetos que se interpusieron en su campo de visión. Ni las casas en llamas, los cuerpos apenas escondidos bajo la nieve y la cortina de humo fueron suficientes para intervenir con su agudo sentido de percepción. Las firmas de qi se alejaron lentamente como quien pasea tranquilamente, a unos pocos minutos de la aldea.

"Vamos". Cheong Myeong despegó en dirección a los asesinos con una explosión de nieve detrás de sus huellas. Fue tan rápido que sólo le tomó unos segundos aparecer frente a ellos. Baek Cheon lo siguió unos segundos después. "Tú, bastardo..."

El grupo usaba capuchas oscuras que se destacaron entre la nieve pero se camuflaron adecuadamente entre los oscuros troncos marchitos. No parecieron preocuparse al ser interceptados, más sí detuvieron su paso para enfrentarlos, con el que parecía ser el líder inclinando la cabeza como si los examinara.

La cicatriz que nos remonta al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora