Nuevamente nos encontramos aquí, querido lector.
Antes de leer, recuerda que esto es una historia totalmente ficticia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
No busco denigrar religiones ni ofender creencias.
Espero disfrutes la lectura, y gracias por avanzar hasta aquí.—Bells♡
Fuego, ardiente fuego, quema, hace cenizas, hiere…
Son las diez menos cuarto de la noche y los susurros en mi mente siguen resonando como un eco interminable. Estoy acurrucada en una esquina de mi habitación, temblando de miedo y sudando frío…
Algo acecha afuera, golpea mi puerta con ímpetu. No lo vi, pero sé que está allí, me persiguió y por ello estoy aquí.
El sonido retumbaba como un tambor ensordecedor. Cada golpe era un recordatorio de que la oscuridad no solo se apoderaba de la noche, sino también de mi mente. Cerré los ojos con fuerza, deseando que al abrirlos todo hubiera sido solo un mal sueño.
Pero el aire se volvía más caliente… fuego, ardiente fuego, quema.
Los susurros se intensificaban, parecían llamarme, invitándome a un lugar desconocido. "No hagas caso", me repetía una voz interior mientras el miedo se convertía en una sombra que se arrastraba tras de mí.
De repente, un crujido hizo que mi corazón se detuviera. La puerta seguía golpeando con urgencia, como si algo buscara entrar. Me levanté lentamente y me acerqué a la puerta, tratando de ser valiente, intentando recuperar el control sobre mi mente…
Porque era ella, la que jugaba cruelmente conmigo, la que me hacía ver cosas que no existían y escuchar susurros como una tortura. Soy débil, un pequeño ratón ante el lobo que habita en mis pensamientos.
Los golpes cesaron.
Miré fijamente a la puerta, esperando algo… Pero nada sucedió. La luz temblorosa de la bombilla parpadeaba sobre mí mientras extendía la mano hacia el pomo; el frío metal parecía quemar mi piel. Como el fuego, pero este quemaba con su frío.
Silencio. Solo mi respiración y el canto lejano de los grillos resonaban en la habitación. Esperé unos segundos para escuchar algo más, pero nada rompía el silencio. Fue en ese momento que decidí girar el pomo y cuando estuve a medio camino...
Lo escuché.
Un silbido.
Mi piel se erizó por completo; aquel silbido resonaba como una inquietante melodía. Se oía distante, como si apenas se acercara a mi habitación; y así era, porque cada vez sonaba más cerca.
Y lo reconocí; lo había escuchado antes: era el mismo silbido de una escena en *Kill Bill*. La diferencia era que este sonaba más limpio, más claro... perfecto. Aunque me pareció absurdo pensar en ello, el hecho de que proviniera de una película no disipó la angustia que sentí al saber que estaba tan cerca de mí. Solo una débil puerta de madera me protegía de lo que había afuera.
Todo a mi alrededor comenzó a arder; el aire que respiraba se volvía caliente. Todo estaba en llamas… ardiente fuego, quema todo, me hiere... Mi habitación estaba envuelta en llamas de la nada y yo estaba atrapada dentro; la puerta no quería abrirse y yo me estaba quemando.
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Bajo el velo de la oscuridad ©
FantasíaDalia Harrington, nombrada en honor a la flor favorita de su madre, ha vivido atrapada en un persistente miedo a la oscuridad desde su infancia. La trágica muerte de su madre y la revelación de un oscuro secreto en aquella fatídica noche transformar...