Capítulo 4

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CAPITULO 4

10-05-1970 《Jonathan》

"Las luces parpadeaban a un ritmo metódico, con ese color rojo brillante. La silueta de un hombre se forma, y su sombra cubre el cuerpo pequeño sobre la cama. Es un niño, con la piel extremadamente pálida, labios del mismo color, cabello rubio desparramado sobre la almohada, y ambos ojos cerrados. Con numerosos cables conectados al cuerpo de este. Es Alexander.

La silueta del hombre, se materializa, aunque no hay forma de poder ver su apariencia. El hombre camina hacia la cama, y aleja la manta que cubre el cuerpo de Alexander, el sujeto esboza una sonrisa y se mete en la cama, se desprende de su cinturón y baja la bragueta de su pantalón.

Una vez liberado, sujeta las piernas de
Alexander, las abre con fuerza y se coloca en medio de estas. Sujeta los muslos de Alexander, da una última sonrisa y entra con violencia en el pequeño cuerpo sobre la cama.

Alexander abre los ojos, y de su garganta, un grito desgarrador, se produce 36/105

-¡Jonathan!-.

Me levanto rápidamente, estoy a punto de caerme, pero unos brazos me sujetan. Era mi madre, que me observaba curiosa.

-Hable con los médicos y el Señor Avila, ambos están de acuerdo de que tu y tus amigos entren a ver a Alexander, pero solo unos minutos.-. Comenta mamá, soltando me, y solo puedo asentir.

-. Carmela y Tomas, ya están esperándote, será mejor que te apresures.-. Afirma, me levanto y estoy por echarme a correr, cuando la oiga decir. -¿Has estado durmiendo?-. Pregunta ella, voltea y puedo verla, mirándome, esperando una respuesta.

-Algo-. Contesto y corro alejándome de ahí.

Hoy después de 10 días, al fin se nos ha permitido, visitar a Alexander. Los doctores dijeron que ya estaba mucho mejor y Carmela, Tomas y yo, moríamos por poder verlo. Así que aquí estábamos, en el hospital, a minutos de entrar a su habitación y al fin verlo.

Me encuentro algo cansado, pero mi emoción es más grande que mi cansancio. Llevo dos días sin poder dormir bien, las pesadillas me aterran, y las voces o risa no dejan de molestarme de noche. Tampoco el recuerdo de la sucedido con el duende.

Desde ese día no lo eh vuelto a ver, ni a el, ni al hombre de las cadenas. Los moretones en mis muslos siguen ahí, a diferencia del duende, aunque ya están curandose, pero son las pesadillas las responsables de mi falta de sueño, no dejo de soñar cosas que en verdad me aterran, aunque hoy es la primera vez que sueño con Alexander, al menos de esa manera, gritando y llorando.

Cuando estoy por llegar a la habitación de Alexander, no puedo evitar observar, que Carmela y Tomas parecen intentar esconderse, me acerco lentamente a ellos y es cuando puedo oírlo, o mejor dicho oírla.

-¡Noj Haber escucha... ¡Escúchame!-. Rechista ella, se escuchaba molesta la mujer.

El mocoso sobrevivió, tu estúpido veneno no lo mató, así que necesito que prepares las cosas, quiero al mocoso muerto antes de que pueda hablar y soltarlo todo... -. Exige la mujer, dejándome completamente sorprendido, Carmela sujetaba su vestido con fuerza, parecía tener ganas de romper algo, y Tomas parecía desconcertado, molesto y sorprendido.

-¡No me importa como lo hagas! Solo hazlo, tal vez yo pueda mantenerlo callado por un tiempo, pero no podré hacerlo siempre, así que busca la manera, métete al hospital o yo que se, pero acaba con su vida.-. Ordena la mujer. Furioso, me acerco un poco más e intento poder ver quien es la mujer que habla.

Cuando logro verla, retrocedo al reconocer a Greta, con una oreja en el teléfono conectado a la pared. Retrocedo tanto que sin quererlo piso Carmela, quien pega un grito de dolor. Inmediatamente Tomas cubre la boca de
Carmela y yo retrocedo velozmente, maldiciendo y suplicando por que Greta no nos halla oído.

Pero mis súplicas no fueron escuchadas y sin poder estar preparados, Greta cruzo el pasillo, deteniéndose al vernos.

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